Proclamación de la Buena Nueva según San Marcos
29Al salir de la sinagoga fue derecho a casa de Simón y Andrés, en
compañía de Santiago y Juan. 30La suegra de Simón yacía en cama
con fiebre. En seguida le hablaron de ella; 31él se acercó, la
cogió de la mano y la levantó. Se le quitó la fiebre y se puso a servirles.
32Caída la tarde, cuando se puso el sol, le fueron llevando a todos los
que se encontraban mal y a los endemoniados.33La ciudad entera
estaba congregada a la puerta. 34Curó a muchos que se
encontraban mal con diversas enfermedades y expulsó muchos demonios; y a los
demonios no les permitía decir que sabían quién era.
35Por la mañana, se levantó muy de madrugada y salió; se marchó a
despoblado y allí se puso a orar. 36Echó tras él Simón, y los
que estaban con él; lo encontraron 37y le dijeron:
-¡Todo el
mundo te busca!
38Él les respondió:
-Vámonos a
otra parte, a las poblaciones cercanas, a predicar también allí, pues para eso
he salido.
39Fue predicando por las sinagogas de
ellos, por toda Galilea, y expulsando demonios.
Palabra del Señor
Introducción
Seguimos
con el evangelio de Marcos, éste que nos presenta al Jesús de la acción,
dinámico y al cuál le queda poco tiempo incluso para sentarse a comer, esto
debido a su actuar (razón por la cual la gente le sigue). Este relato es
continuación del que leímos el domingo anterior. Jesús todavía se encuentra en
Cafarnaún, esta es la primera parte de su misión y actividad en Galilea, pero
luego saldrá para predicar a todos los pueblos de la provincia.
En
este relato Jesús es invitado por Pedro a ir a la casa de su suegra, para
descansar y comer algo. Entonces parten Pedro, Andrés, Santiago y Juan junto
con Jesús. Según el texto probablemente en ese momento Jesús no tenía más
discípulos[1].
Ya en la casa, se da cuenta que la suegra de Pedro estaba enferma, la sana y
luego al atardecer mucha más gente se agolpa a la puerta trayéndole toda clase
de enfermos y endemoniados.
Las curaciones señales del reino
Como
hemos apuntado anteriormente, los judíos vivían bajo de que espíritus inmundos
poseían a los hombres para atormentarlos. Eran enfermedades que la psiquiatría
moderna podría tratar y no tienen nada que ver con demonios. Sin embargo era su
cultura y su tiempo, no tenían los recursos y los conocimientos de la ciencia
actual. Pero en concreto nos quieren dar a conocer un gran mensaje. Que Jesús es
hombre que predica pero también actúa: habla de reino de Dios y curando a los
enfermos hace vida su predicación. Desde ahí entendemos las curaciones que
hacía Jesús, como señales de que el reino de Dios está presente. Esto tendrá
implicaciones grandes para sus seguidores, el reino se hace, se construye, por
ello hay que actuar curando este mundo enfermo. Él se compadeció de los
enfermos hoy sus seguidores debemos hacer lo mismo. Es el compromiso de Jesús
de liberar a los hombres y mujeres de todos los males que les agobian y el de
sus seguidores continuar el camino que el maestro nos ha señalado.
La suegra de Simón yacía en cama con fiebre
Salieron
de la sinagoga y se fueron a la casa de Pedro. Ni Jesús ni Pedro sabían que la
señora estaba enferma[2],
al menos el texto no lo dice. Llegaron a la casa y les dijeron que ella tenía
una fiebre que había postrado en cama. El evangelista toma este hecho de la
fiebre para darnos un mensaje inesperado. En Marcos la fiebre representa el
triunfalismo y estancamiento en el seguimiento del reino de Dios por parte de
los discípulos (luego explicaremos).
Él se acercó
El
relato es poco expresivo, indudablemente tuvo que haber un dialogo entre Jesús
y la suegra de Pedro, pero Marcos es poco detallista en este aspecto. En primer
lugar ninguno de los dos se conocían ¿Cómo dejaría que un extraño la levante si
no le conoce? Uno no va al doctor y el doctor de una vez lo lanza al a camilla
y empieza a evaluarlo. No, hay un dialogo. Pues bien, también Jesús habló con
esta mujer, se acercó a ella, le habló. Ya hemos dicho que Jesús era muy buen
comunicador, pues bien, aquí lo tenemos en relación con una pobre anciana
postrada en la cama. Ella era una mujer
vieja y cansada, que esta más enferma porque piensa que ya es su tiempo de
morir y nada bueno puede hacer. Jesús la convence que no puede darse por
vencida con una simple calentura, la levanta. Le hace sentir importante y con
mucho que dar a pesar de su ancianidad. ¿No sucede con muchos ancianos creen
que ya no se puede hacer nada más en la vida? ¿Qué ya han hecho todo y no
encuentran alegría en las cosas cotidianas? ¿No sucede también que muchos
jóvenes vivimos con esa actitud de viejos, estancados, sin avanzar? Pues Jesús
nos dice, ánimo, levántate.
La cogió de la mano y la levantó
Los
judíos legalistas prohibían que se tocara una persona enferma, si alguien lo
hacía quedaba impuro también y tenía que someterse a un proceso de
purificación. La curación de la suegra de Pedro sucede sin ningún método mágico
usual entre los judíos. Jesús toca a esta mujer, es libre de los legalismos que
esclavizan. La levantó, la misma palabra que el evangelista usa para definir la
resurrección, levantar y resucitar es la
misma palabra en griego[3]
Se le quitó la fiebre y se puso a servirles
La
curación es instantánea, no progresiva, la mujer de inmediato se puso a
serviles. De nuevo el evangelio usa una palabra que definirá a la primeras
comunidades, el servicio (Koinonia en griego). Lo que la sociedad griega
considera como deshumanización (servir) para los primeros cristianos es su
razón de ser. El servicio define a los cristianos, pero es diferente de
servilismo, se sirve porque se ama no porque el jefe lo manda. Este también es
un mensaje radical de las primeras comunidades en una sociedad donde existe la
esclavitud.
Cuando se puso el sol, le fueron llevando a todos los que se encontraban
mal y a los endemoniados. La ciudad entera estaba congregada a la puerta
Jesús
había curado a un pobre hombre en la sinagoga, la gente que estaba ahí lo vio y
ahora le traen a todos los enfermos del pueblo. La gente esperó a que callera
el sol, por aquello que no es permitido hacer nada en sábado. A la caída el sol
empezaba un nuevo día, por lo tanto Jesús podía hacer curaciones. Esa era la
mentalidad de la gente, Jesús ya había curado a otro hombre en sábado, el
escándalo de los religiosos no era una gran preocupación para él. Pero esta
decisión de la gente de venir a él después del sábado era algo favorecía a
Jesús, de esta forma mantenía un perfil bajo y no levanta mucho polvo entre las
esferas políticas y religiosas.
Pues
bien, ahí se agolparon todos los enfermos, la ciudad entera estaba congregada a
la puerta y él los curaba. Tenía compasión de ellos y les liberaba de todo
espíritu inmundo, de esos espíritus que quitaba la personalidad al que padecía
tal posesión. Jesús les devuelve la salud y su dignidad como hijos e hijas de
Dios.
Y a los demonios no les permitía decir que sabían quién era
De
nuevo el evangelista nos dice que los demonios reconocían su autoridad pero
Jesús los mandaba a callar. De esta forma su mesianismo queda oculto para los
demás. Para la gente del pueblo y los discípulos Jesús era un gran taumaturgo
(uno que tiene dones curativos) pero no reconocían la divinidad Jesús. Esto se
comprende desde la teología de Marcos, Jesús no es el mesías triunfante, se
aleja de quienes lo exaltan. Mantiene un perfil bajo.
Se marchó a despoblado y allí se puso a orar
Jesús
es un hombre de la oración. Así, como estuvo en un lugar despoblado por 40 días
y 40 noches, en el desierto donde tuvo tentaciones, hoy se aleja de la multitud
y se puso a reflexionar sobre su misión. También está era una situación para
Jesús, ser glorificado por la gente del pueblo de Cafarnaún, en todo caso la
gente lo busca y le ven como un líder, un caudillo del pueblo. Él dará una
respuesta rotunda a tal tentación.
Vámonos a otra parte, a las poblaciones cercanas, a predicar también
allí, pues para eso he salido
En
la teología de Marcos, la fiebre de la suegra de Pedro representa un obstáculo
para la predicación del reino. En realidad eran los discípulos, en específico
Pedro, quien tenía una fiebre que no les dejaba levantarse. Se estaban
estancando, no avanzaban. Ellos habían visto como su maestro había expulsado
aquel espíritu inmundo del hombre en el templo, ahora la gente lo busca porque
sana, el pueblo de Cafarnaún podría era la tierra que da bienvenida a Jesús y
su mensaje. Esta era una atentación para Jesús, reducir su predicación a sólo
un pueblo. Por ello, él les dice que deben de partir, no queda tiempo para el
desayuno, el reino de Dios tiene que ser predicado a todos. Pedro parece seducido
por los milagros y por el afán de ganar reconocimiento, pero ese no es el plan
de Dios y Jesús lo tiene muy claro. Por la mañana lo buscan y le dicen que Todo el mundo los
buscaba. Él
les dice: ¿No salí acaso de Nazaret, un pueblo pequeño como esté, para predicar
a todos? Mi misión va más allá del reconocimiento. Mi misión es universal, no he venido solo a salvar a un individuo
o aun pueblo específico. El reino de Dios es una realidad que se debe llevar a
todos, para eso he salido.
Fue predicando por las sinagogas de ellos, por toda Galilea, y
expulsando demonios. Este
es el resumen de su programa, su misión es activa y progresiva, la lleva a
todos, predica y hace presente el reino de Dios. Es una invitación a buscar
más, a ir más allá de nuestras comodidades, el hecho que haya vida para unos
cuantos es ganancia pero hay que trabajar para que todos tengan vida. Por ello
predica, por ello expulsa demonios, todo ello para mostrar el amor de Dios.
Reflexión
Jesús
tenía como predicación primordial el reino de Dios, un mundo diferente y
contrario a los valores que la sociedad del mercado valora. El reino que Jesús
predica es el reino del amor, una civilización del amor (¿utópico no es
cierto?), pero se da cuenta que esa el mundo tiene que pasar por un proceso de
sanación y conversión. Él quiere cambiar el rumbo de los que no les importa la
vida del que sufre. Jesús se apresura a curar a esos que el sistema desecha y
juzga. Atiende a quienes tocan la puerta. Les libera de las cargas que los
denigran y les devuelve su dignidad.
Ahí
hay un gran mensaje de este Jesús para los hombres de su tiempo y para el
nuestro: Dios se preocupa por el dolor y el sufrimiento del ser humano y se
compromete a cambiar esa situación. Pero su compromiso por aliviar el mal del
mundo requiere que otros se sumen a esa terrible tarea. Los que han sido
sanados también están llamados a sanar a otros, la construcción del reino no la
hace sólo Jesús, los discípulos, la gente del pueblo, todos están llamados a
liberarse y liberar a otros. Este es el gran paso que da la suegra de Pedro en
el relato de este domingo. Ella de inmediato se puso a servir.
Hagamos vida el reino entre nosotros
El
reino de Dios no es un lugar sino una disposición a vivir conforme la voluntad
de Dios. Dios ya lo ha hecho todo, Jesús nos lo ha mostrado, hoy nos queda a
nosotros los cristianos hacer vida ese reino entre nosotros. Cada vez que dos o
más se unen en su nombre y desgastan su vida por la justicia, ahí está el reino
de Dios. Cada vez que los cristianos somos testimonio fiel de nuestro Señor y
denunciamos la injusticia y proclamamos a los pobres que Dios les ama entonces
el reino de Dios no está lejos de nosotros. El reino lo hace el pueblo, Dios lo
quiere así, por ello nos invita a trabajar pues la mies es mucha y los
trabajadores son pocos. Hoy los cristianos estamos llamados a ser ese
testimonio vivo de nuestro liberador Jesús de Nazaret. Aunque muchos aún no están
en este camino y se preocupan más por el culto a Dios en el templo que el
servicio a los pobres con quienes Jesús se solidarizó, debemos seguir siendo
luz. La lucha por la vida de los pobres y marginados de nuestra sociedad es la
lucha de los cristianos. Una lucha larga y agotadora, pero no podemos renunciar
a nuestro llamado a ser fermento en el mundo. Hay que salir al mundo y servir a
Jesús en el enfermo, en el encarcelado, en el niño maltratado, en los pobres y
oprimidos. De esta forma estaremos afirmando que Dios reina, no el capital, no
los políticos y sus políticas clasistas, no los jerarcas religiosos. Vamos
proclamando ese reino que es vida, que es verdad, que es justicia, que es paz. Podemos
cambiar, sólo hay que creer que el reino de Dio está entre nosotros, que otro
mundo es posible y desde nuestro entorno vivir el evangelio. Es utópico, sí,
pero realista a la vez.
Amílcar Valencia
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