22 de abril de 2012

3° Domingo de Pascua, Lc 24, 35-48


Buena Nueva según San Lucas
35Ellos contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido  al partir el pan.36Mientras hablaban de esto, se presentó Jesús en me­dio de ellos y les dijo: -Paz con vosotros. 37Se asustaron y, despavoridos, pensaban ver un fan­tasma. 38É1 les dijo: -¿Por qué ese espanto y a qué vienen esas dudas? 39Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Pal­padme y mirad; un fantasma no tiene carne ni huesos como veis que yo tengo. 40Dicho esto, les mostró las manos y los pies. 41Como aún no acababan de creer de la alegría y no salían de su asombro, les dijo: -¿Tenéis ahí algo de comer? 42Ellos le ofrecieron un trozo de pescado asado; 43é1 lo cogió y comió delante de ellos. 44Después les dijo: -Esto significaban mis palabras cuando os dije, es­tando todavía con vosotros, que todo lo escrito en la Ley de Moisés y en los Profetas y Salmos acerca de mí tenía que cumplirse. 45Entonces les abrió el entendimiento para que com­prendieran la Escritura. 46Y añadió: -Así estaba escrito: El Mesías padecerá, pero al tercer día resucitará de la muerte; 47y en su nombre se predicará la enmienda y el perdón de los pecados a todas las na­ciones. Empezando por Jerusalén 48vosotros seréis testigos de todo esto.
Palabra del Señor
Comentario
Nos encontramos al final de la primera obra de Lucas, el evangelio, en el que también nos relata las apariciones de Jesús a los discípulos que aún no acaban de creer del todo a pesar del testimonio de las mujeres y de Simón. Lucas, contrario a los sinópticos y Juan,  no dice nada sobre las apariciones en Galilea quizá porque las desconoce o las ignora completamente. Quiere presentarnos la experiencia de la resurrección en Jerusalén acentuando que el lugar del fracaso será también el lugar de la predicación de la fe en Jesucristo, esto sobre todo en la segunda obra (los Hechos de los Apóstoles) que nos relata la venida del espíritu Santo a todos los discípulos y apóstoles.

El relato de hoy nos cuenta que los discípulos estaban contando la experiencia del encuentro con el resucitado, que lo habían reconocido al partir el pan. No habían terminado de contarle a los once cuando se aparece Jesús entre ellos. A diferencia de las apariciones anteriores, Lucas por primera vez nos cuenta la aparición a toda la comunidad. Antes se había aparecido a Pedro y los discípulos de Emaús (que podrían ser mujeres).  Los discípulos se asustaron, pensaron que era un fantasma. Aun no han llegado a la fe en la resurrección, están con miedo a la muerte y no creen en la vida o quizá no quieren creer en la vida por el riesgo que implica. Jesús ante ellos les pregunta la razón de esas dudas e inmediatamente les muestra las manos y los pies.

Mostrar las manos y los pies son el testimonio más verifico de que el resucitado es el crucificado. Eso lo tendrán muy presente los discípulos durante toda su vida. La cruz será siempre el recuerdo de la vida, del vencimiento de la muerte pero no antes de la cruz, así la gloria de la resurrección es comprendida desde el sufrimiento de aquel que se entregó por amor hasta dar la vida, muriendo en el madero de la cruz. Pero el sistema que le mata no vence, vence la vida auto-entregada ya desde antes. Ese el gran reto para los discípulos vivir plenamente sin temor a perder la vida. Quizá por ello decimos que no creían al principio en la resurrección o no querían creer en ella, pues implica creer en la vida e ir en contra del sistema que ofrece muerte.

Quizá les llevó mucho tiempo llegar a esa alegría. Jesús había animado a todo un pueblo con su predicación del reino de Dios, pero finalmente es silenciado y crucificado. ¿Cómo habrá quedado la moral y la fe de aquellos seguidores suyos? Naturalmente destrozada. Ellos sin esperanza y con miedo no pueden más que esconderse. Tiempo les habrá llevado en llegar a la fe en el resucitado, por ello Jesús les pregunta por sus dudas. Después su miedo se tornó en asombro. Se llenaron de alegría al descubrirle ahí, entre ellos. Esa es la alegría de aquellos que aceptar dedicar su vida por el reino. Ellos ya están participando de esa vida que tanto les había hablado de Jesús y que sólo después de la experiencia pascual pudieron comprender y abrazar.

Abiertos sus corazones a la vida pudieron entender también las escrituras. Se les abrieron los ojos y el entendimiento. Como decimos en el lenguaje popular, les calló el veinte, comprendieron. Ahora lo veían todo claro, no había donde perderse ni razón para el encierro, se abrieron a la vida y desde ella pudieron predicar lo que Jesús les explica a continuación, de su muerte-cruz-resurrección. Ese es el mensaje misional de la fe de los discípulos. Predicar  la pasión y la resurrección, que fue a la vez el primer credo cristiano. La predicación del kerigma se centra en estos tres elementos según la lectura: Jesús-Cristo, pasión y resurrección, que será el encargo de Jesús para los discípulos. Ellos, como testigos ahora son enviados, apóstoles.

“Los discípulos son aquellos que han vivido personalmente tales hechos y han sido instruidos sobre la significación redentora por el resucitado mismo, que ha abierto los ojos de su entendimiento.”[2] Ahora se encuentran capacitados para predicar esa buena noticia al mundo entero. Así mismo, todos quienes hayamos creído en la resurrección también somos enviados, como los discípulos (hombres y mujeres por igual) a predicar esa buena noticia de la Vida ofrecida por Cristo, recordando la pasión y el triunfo sobre la muerte que es la resurrección.

Hoy en día es necesario que recordemos este gran mensaje de vida en nuestra realidad de muerte y exclusión. Quizá hoy los cristianos y cristianas estamos convencidos de la resurrección pero nuestra vida no refleja haber sido transformada por tal realidad. La fe en la resurrección se convierte sólo en un elemento más que repetir en la profesión de fe pero no algo que afecta nuestra vida cotidiana. Hemos de preguntarnos cuál es el llamado que Jesús nos hace como comunidad cristiana en este mundo. Si creemos en la resurrección y el Señor abre nuestros ojos para que comprendamos las escrituras ¿Por qué vivimos como si nada pasara en el mundo, indiferentes al dolor y al sufrimiento? ¿Por qué los cristianos no somos testimonio de la vida plena predicada por Jesús?

¿Qué significa la fe en el resucitado para ti? ¿Qué significa predicar la fe en Jesús?


Meditación[3]

ABRE MI MENTE
Ahora soy yo el que está a tus pies
y te grita: Señor, abre mi mente.

Mi cabeza está dura
y tengo el corazón cerrado.
Mis puertas están todas bloqueadas.

Toca mi corazón y mi cabeza
y abre un sendero llano,
por donde pueda transitar tu amor,
tu rostro y tus palabras
y tu resurrección.

Hoy es el mejor día
para que rompas mis defensas,
y me transformes en una persona nueva.

Después dame tu Espíritu y envíame.
Iré con tu poder a hablar,
a decirles que hay algo grande,
que está al alcance de cualquiera.

Y ganarás a muchos
para el amor, la libertad y la justicia.
Y habrá más gente nueva,
discípulas y misioneras,
como las que tú buscas,
para estos nuevos tiempos.


[1] Imagen de Maximino Cerezo Barredo, Pintor de la Liberación
[2] Schmid Josef, Evangelio según san Lucas
[3] Patxi Loidi