Proclamación de la Buena
Noticia según San Marcos
40 Acudió
a él un leproso y le suplicó de rodillas:
41
Conmovido, extendió la mano y lo tocó diciendo:
-
Quiero, queda limpio.
42
Al momento se le quitó la lepra y quedó limpio. 43 Le regañó y lo sacó fuera en
seguida 44 diciéndole:
-
¡Mira, no le digas nada a nadie! En cambio, ve a que te examine el sacerdote y
ofrece por tu purificación lo que prescribió Moisés como prueba contra ellos.
45
Él, cuando salió, se puso a proclamar y a divulgar el mensaje a más y mejor; en
consecuencia, Jesús no podía ya entrar manifiestamente en ninguna ciudad; se
quedaba fuera, en despoblado, pero acudían a él de todas partes.
Palabra del Señor
Introducción
El relato que hoy reflexionamos es continuación del
domingo anterior (Mc 1) representan una unidad en el evangelio de Marcos. El
evangelio de Marcos inicia con la predicación de Juan y el bautismo de Jesús,
todo esto es la preparación del misterio de Jesús (Mc 1, 1-13) y lo que hemos
leído en los últimos domingos es el misterio de Jesús en Galilea (Mc 1, 14-45).
Durante todo este capitulo hemos escuchado la predicación de Jesús y su praxis,
de hechos le hemos visto hacer más milagros que dar grandes discursos. Proclama
la buena nueva del reino de Dios y actúa en favor de los que se acercan a él
para ser sanados. Su mesianismo no descansa únicamente en predicación del reino
sino que incluye un practica liberadora, lo hace vida, por tanto visible y
creíble.
Las normas religiosas
entorno a la lepra
La primera lectura de este domingo nos sitúa ante las
normas establecidas por Dios ante esta temible enfermedad (Levítico
13,1-2.44-46). Una ley que obligaba a los que eran diagnosticados con tal
enfermedad a alejarse de la ciudad, andar harapientos y gritar a todas voces
“Impuro” “Impuro”, todo ello para evitar el contagio, pues se consideraba una
enfermedad altamente contagiosa e incurable. Además de confinarlo en el la
soledad lejos de la ciudad se le consideraba impuro, pues se pensaba que la
enfermedad se adquiría porque la persona había pecado o por los pecados de su
familia. Es decir que una condición clínica se convierte en una condición de
marginación, además de considerar al enfermo contagioso se considera impuro.
Era como un castigo de Dios por los pecados cometidos.
El leproso del
evangelio
Este hombre había sido diagnosticado con esta terrible
enfermedad, el sacerdote había examinado las llagas y después que confirmo la
infección declaró impuro a este hombre. La ley obliga a este hombre irse de
lejos de la ciudad, a vivir junto con otros que habían sido excluidos de la
vida social, religiosa y laboral. El leproso dejo todo y se vistió con trapos,
descuido su aspecto y fue obligaba a aceptar esta carga como designio de Dios
porque estaba escrito en la ley. Así, éste hombre tuvo que dejar mujer e hijos.
Era la desgracia más grande que podría pasar a ese hombre y a su familia. La
mujer era considerada como viuda pues aquel hombre nunca habría de recuperar su
salud, su dignidad…. Este es un tremendo drama para aquel hombre, no tenía
esperanza, para colmo la religión le decía que era el mismo Dios quien lo
castigaba. No podría hacer nada más que aceptar tal designio divino, era como un
muerto en vida.
El texto:
Se le acercó un
leproso de rodillas
Primero hemos de notar que el evangelista nos plantea
este relato después que Jesús salió de Cafarnaún, es decir a las afueras de la
ciudad donde los leprosos se congregaban. En Marcos 1, 28 dice que su fama se
extendía por toda Galilea y en Mc 1, 35-38 que toda la gente lo buscaba. Es decir que su ministerio se ha llegado a oídos
de muchos, por eso lo leprosos conocían quien era Jesús. Este leproso en particular,
se le acercó de rodillas (quizá por temor de ser rechazado por Jesús).
Al acercase a Jesús este leproso estaba transgrediendo la
ley que lo confinaba lejos del contacto humano para no contagiar la enfermedad
pero también para no hacer impuro a otros. Pero hay algo más importante aún, se
acerca de rodillas, es decir reconoce el poder de Jesús y tiene fe. En los
evangelios la fe es una razón de los milagros, Jesús actúa donde hay fe; cuando
los letrados le piden una señal en el cielo él no hace nada, porque no hay fe
sino increencia (Mc 8, 11-13). Este hombre tiene fe y lo le importa la ley,
esta cansado de su condición y quiere ser libre.
Si quieres,
puedes limpiarme
Este enfermo de lepra seguramente estaba cansado de su
condición y con reverencia se dirige a Jesús. Le dice «Si quieres, puedes limpiarme» En otras palabras, «Si
tiene compasión de mí, si merezco tu misericordia libérame». Llama la atención que la palabra que utiliza no es curar
o sanar sino limpiar, de hecho el verbo limpiar se repite tres veces en el
texto. Con ello nos sitúa en un significado mucho más profundo, en este caso “limpiar”
es un sinónimo de purificar, liberar.
Conmovido,
extendió la mano y lo tocó
Aquel hombre apela a la misericordia de Jesús, le pide
que lo limpie y esté no da un no por respuesta. Jesús también sabe que esta
transgrediendo la ley al tocar a aquel hombre, también sería considerado impuro
por la gente del pueblo pero sobre todo por los religiosos (eso veremos más
adelante). Lo más importante para él es la persona humana y su sufrimiento
aunque eso implique para él el propio contagio con la enfermedad. Jesús no sólo
lo tocó se paró junto al hombre, estuvo con él. No importó quebrantar una ley
que denigra y margina. Desde este sentido, Jesús también es uno que infringe la
ley por amor. Su misericordia va más allá de la ley.
Quiero, queda
limpio
Jesús acepta limpiar al leproso. El hombre confía en
Jesús y Jesús no lo defrauda. Jesús no usa ningún ritual para sanar aquel
hombre, sólo dice “quiero, queda limpio”. Se demuestra el poder su palabra. Es
un hombre sano y libre. Le limpia, es decir que no sólo se cura la enfermedad
sino que aquel hombre queda purificado, le restituye en su plena condición
humana: le devuelve su condición en la comunidad y en la sociedad, ahora puede
ir y gozar de su familia y trabajar y también lo integra en la vida religiosa,
se puede presentar al templo, pero sobre todo descubre que no era Dios quien lo
condenaba, que Dios lo ama y le devuelve su confianza y amistad con Dios.
El texto nos revela que Dios siempre quiere liberar al
ser humano de las enfermedades que lo hacen sufrir, de las leyes que lo esclavizan
y que le quitan su dignidad.
Le regañó y lo
sacó fuera
Después de haber liberado a aquel hombre le advierte
severamente que no diga nada a nadie, de nuevo vemos cómo aparece el secreto mesiánico en este texto. También el texto dice que lo sacó fuera.
Aquí pareciera haber una contradicción, pues ya están fuera de la ciudad. En
realidad nos quiere decir que lo saca de la enfermedad, que lo libera de lo que
lo esclaviza y lo lanza a la vida, es también una compresión espiritual.
Ve a que te
examine el sacerdote
Jesús al tener contacto con aquel hombre había
quebrantado la ley de Moisés, pero sorprendentemente hoy le dice al hombre que
vaya y se presente ante el sacerdote. Es más, le dice que ofrezca por su
purificación lo que prescribe la ley mosaica ¿No es esto una contradicción?
Jesús ya había roto la ley, ahora por qué le manda precisamente a que cumpla lo
que la ley manda. La respuesta es sencilla, Jesús no está en contra de la ley,
sólo de la ley que esclaviza. Comprende el espíritu de la ley y por ello manda
al hombre a presentarse ante el sacerdote para que afirme que éste ha sido
curado. Jesús claramente dice que no ha venido a abolir la ley, sólo a darle
plenitud (Mt 5, 17-19). Él no destruye la ley pero tampoco la consagra como
valor supremo, pone al ser humano sobre la ley (Mc 2, 27), le da una forma
nueva y valora lo que tiene de perenne llevándola así a la plena realización. Pero
hay que dejar claro que Jesús se opone a toda ley que oprime al ser humano y él
es el primero en denunciarla quebrantándola dando la razón a los oprimidos y
moviendo a los intelectuales y religiosos a poner más atención a la vida que a
los legalismos excluyentes.
Él, cuando
salió, se puso a proclamar y a divulgar el mensaje a más y mejor
Este hombre también hace todo lo contrario de lo que
Jesús le dice. En vez de irse callado se va gritando por todo el pueblo que
Jesús lo había sanado y no lo culpamos por hacerlo. Lo que ha pasado en su
encuentro con Jesús no es cualquier cosa. Él ha vuelto a vivir, el que se consideraba
muerto en vida está más vivo que nunca, está libre y su misma libertad lo hace
gritar a los cuatro vientos que uno se apiadó de él y se paro junto a él, limpiándolo,
purificándolo, liberándolo.
Jesús no podía
ya entrar manifiestamente en ninguna ciudad
Una de las razones por las que Jesús le dice al hombre
que se no diga nada a nadie es porque si las autoridades religiosas se dan
cuenta que Jesús había tenido contacto con este hombre también a él
considerarían impuro. Pero el hombre no hizo cazo, por esa razón Jesús no podía
entrar abiertamente en la ciudad, se quedaba fuera, en despoblado. Su ministerio ser verá limitado por la mirada vigilante
de los religiosos pero aun así acudía la gente a él.
Reflexión
La ley ha sido creada por el ser humano, desde nuestra
conciencia hemos establecido normas de convivencia y protección para la
comunidad. Pero cuando esas leyes son absolutistas pierden su razón de ser. Las
leyes que ponen por sobre todo el cumplimiento se convierten en leyes tiranas. Jesús
en el evangelio es el primero que rompe con esas leyes. Hoy en día tenemos
tantas leyes que oprimen, marginan y matan al ser humano. Por todas esas leyes
Jesús ya hubiese sido condenado a muchos años de prisión.
Dios no condena
Nosotros, los seres humanos, hacemos juicios acerca de los demás. Decidimos
quienes son sanos y quienes pecadores. Marginamos a otros porque no cumplen las
normas religiosas. Hacemos lo mismo que la religión legalista de los judíos del
tiempo de Jesús, marginar. Creemos que quien no cumple con algunos requisito
establecidos por lo hombres son pecadores. Pareciera que seguimos ante ese Dios
que no nos acepta porque somos impuros, que es necesario hace tal cual rito
para purificarnos, de lo contrario no somos parte de su reino. Que teología más
anticuada y contraria al evangelio. Dios no condena, más bien acoge al pecador
y lo libera. Este texto normalmente es usado para decir a los cristianos que
debemos purificarnos porque no estamos bien ante Dios, que somos pecadores y
debemos estar bien con Dios, pero el texto no hace nunca referencia al pecado
del hombre. Jesús no le pregunta al leproso ¿Cuáles son tus pecados? Más bien,
ve el pecado de la religión que lo condena
y libera al hombre de la carga que la religión ha puesto sobre sus
hombros.
La ley que discrimina
En los Estados Unidos vivimos unos 50 millones de
inmigrante (14% de la población total de este país) 11 millones no tienen un
estatus migratorio. Todos sabemos las razones de la migración, los inmigrantes
buscan una vida mejor para su familia y sus hijos, dejan su tierra, arriesgan
la vida cruzando el desierto, llegan a esta tierra a trabajar. El sistema los
explota, pagando salarios bajos, confinándoles en condiciones indignas. Los
inmigrantes pagan impuestos que nunca recibirán, aportan al desarrollo de este
país y cuando los gobernantes ya han usado suficiente al indocumentado crean
leyes que persiguen, encarcelan y deportan (como la SB 1070 en Arizona, la HB
87 en Georgia, la HB 56 en Alabama, el programa de comunidades seguras, el programa
287g, etc.). El inmigrante luego de haber dejado su vida en los campos, en los
jardines de los “americanos”, en los las cocinas de los restaurantes “americanos”,
en la industria, en las tiendas, etc. es perseguido por la policía. La ley no
protege, más bien condena y castiga. Son arrestados y enviados a los centro de
detención donde las corporaciones carceleras (como CCA) exprimen al inmigrante,
se lucran del dolor y la miseria del inmigrante. La mayoría son deportados, las
familias se separan, viven en miedo, niños abandonados, las madres tienen que
sostener a la familia, etc. Este es un terrible drama humano de los
inmigrantes, el sufrimiento al que el hombre del evangelio había sido condenado
por una ley es el mismo que se repite en la historia.
¿Qué dice Dios ante
esa ley?
Como hemos leído en el evangelio, Jesús se pone de pie
con aquel que es marginado y deshumanizado. Él mismo infringe esa ley que obliga
a aquel hombre a salir de la ciudad dejando su familia, su trabajo, su vida
social y religiosa. Hoy también Jesús se opone a esas leyes que discriminan al
ser humano por su color de piel o por su nacionalidad. Jesús ya hubiese sido
deportado por no tener licencia de conducir o metido a la cárcel por desobediencia
civil. Jesús acoge al marginado, lo limpia y lo saca a la vida. Hoy también hay
que hacer justicia para el pueblo inmigrante que es perseguido y obligado a
dejar la tierra que Dios le ha dado. Dios quiere que todos tengamos vida, pero
la vida del inmigrante hoy está amenazada y Dios quiere limpiar al inmigrante,
liberarlo. Jesús se comprometió a rescatar la vida de aquellos más vulnerables,
queda hoy la tarea para nosotros de hacer vida ese reino de Dios que Jesús
predicó. Esta es nuestra hora, aunque sea tarde y estemos atrasados en la lucha
por la justicia. “Es tarde pero es todo el tiempo que tenemos a mano para hacer
el futuro, es tarde pero es nuestra hora[1]”
Un mensaje para la religión
legalista
Jesús también se declara en contra de la religión que
produce exclusión, en contra de la religión que mantiene el mismo mensaje de castigo
que tenían los judíos de su tiempo. Jesús no sostiene la teología del castigo,
derriba todos esos muros religiosos que someten al ser humano bajo un Dios
enojado y tirano. La Iglesia con sus mensajes pre-vaticanos continúa
promoviendo entre los cristianos a ese Dios temible, que castiga, que condena y
que vigila como un policía. La Iglesia también pone como fundamente la ley
antes que al ser humano. Es mas importante cumplir las normas que seguir a
Jesús, son más importantes las normas que el evangelio, es más importante los
ritos que la vida del que sufre.
Cuando la vida de los cristianos esta amenazada, la institución
religiosa (obispos y sacerdotes) permanecen callados ante las injusticias pero
cuando se cuestiona la institucionalidad y leyes religiosas saltan comentarios
y homilías llenas de furia. ¿Por qué callan cuando los cristianos sufren,
porque no se oponen ante las leyes anti inmigrantes, por qué no se oponen a las
guerras, por qué no se oponen a los gobiernos que oprimen a los pobres? Eso no
es lo que Dios quiere, Dios quiere que se defienda la vida, no que se condene
al ser humano.
Jesús nos ha enseñado a tener compasión de los que
sufren, a estar con ellos, a limpiar sus heridas. Él acoge al que la sociedad y
la religión margina. Jesús es liberador del ser humano en todas las esferas de
su vida. Hay que irnos liberando de las cadenas que nos atan y nos marginan. Entonces
iremos por la vida como aquel hombre, gritando que somos libres, que Jesús nos
libera, que la ley no es suprema, que la vida es más importante, que Dios es
amor. Y lo diremos con viva voz y cada vez con más fuerza.
¿Cuáles son las leyes que
esclavizan a la gente de tu comunidad? ¿Qué quiere Dios hacer ahí? ¿De qué
manera puedes ir liberando a los marginados y oprimidos por esas leyes?
¿Qué mensajes religiosos has
escuchado en tu comunidad que condena al cristiano en vez de mostrar el amor de
Dios? ¿Es tu Iglesia una Iglesia que condena o que proclama la liberación total
del ser humano?
Amílcar
Valencia
El mensaje de los sacerdotes y la hiercaria de la Iglesia todos los domingos sigue juzgando y omprimiendo al pueblo, igual de los maestros de la ley en los tiempos de Jesus. En vez de predicar el Evangelio en contra de la injusticia, son parte de este misma sistema de opresion. La gente se siente condenados por el sistema. Al opuesto del mensaje de liberacion de Jesus. Lo vemos diariamente en nuestras comunidades. Tambien lo vemos en otras comunidades cristianas que se enfocan en la vida eterna en vez de encontrar Dios en nuestra vida cotidiana.
ResponderEliminarSiempre me hace pensar que pasaria si este mensaje de liberacion esta llevado adentro de los centros de dentencion y las carceles...Como seria para los detenidos? Y sus familias?
Me gusta mucho tu reflexion. Gracias por compartirlo.