Proclamación de la buena nueva según San Marcos
Palabra del Señor
I Introducción
En este segundo domingo de cuaresma, la liturgia nos
propone el texto de la transfiguración de Jesús, texto que leemos en la fiesta
del divino Salvador del mundo el 6 de agosto. Durante los domingos del tiempo
ordinario habíamos seguido la secuencia narrativa del evangelio de Marcos, sin
embargo la secuencia de las lecturas del tiempo de cuaresma y pascua nos
apuntan hacia otra dirección. Hemos dado un salto del capitulo uno hasta el
nueve.
¿Qué es la
transfiguración?
En primer lugar hay que decir que no es una visión de los
discípulos. Es una epifanía (manifestación gloriosa). Tampoco es un hecho
histórico, es una experiencia de Dios que tienen los discípulos junto con
Jesús. En el texto de hoy un paralelo con la teofanía (manifestación de Dios) a
Moisés en el Sinaí cuando sube al monte para orar y encontrarse con Dios. El
rostro de Moisés “se había vuelto
radiante por haber hablado con Yahvé”
(Éxodo 34, 29-30). En el relato del evangelio la transfiguración es una
anticipación escatológica[2] y la presencia de Moisés y
Elías es la comprobación de la mesianidad de Jesús.[3] Esta manifestación
gloriosa es la certeza para los discípulos de quién es en verdad Jesús. En
Marcos, esta es una comprensión posterior de los discípulos a la que llegaran
sólo después de la muerte y la resurrección (experiencia pos-pascual de fe).
En oración
En el evangelio también Jesús sube al monte para orar, se
aleja de los demás y sube. En esta escena no dice que estaban en oración pero
nos dice que subió al monte, símbolo de la comunicación con Dios, así como
Moisés sube al Sinaí para orar, también Jesús sube al monte en donde se da esta
manifestación gloriosa.
Los símbolos en el
texto
“Seis días” son una referencia al génesis, seis días
trabajó dios en la creación. Seis años de trabajo antes del año sabático.
“Tres discípulos” representa la comunidad cristiana que
necesita guía.
“Tres personas importantes, Jesús, Elías y Moisés” en
representación de la comunidad celestial.
“Monte” es el lugar del encuentro con Dios (Éxodo 34)
“Vestidos blancos” son la anticipación de la gloria de
Jesús después de la cruz.
“Tres chozas” representan
las tiendas del pueblo de Israel, como las chozas que cargaban en el desierto.
Es una tendencia a la sedentarización en contraposición con la vida nómada en
el desierto. Pedro sugiere quedarse y construir tres tiendas.
“Una nube” símbolo de la presencia de Dios, de vida. Dios
caminaba con su pueblo en el desierto, de día como una nube que daba sombra
(Éxodo 13).
II Contexto
En los primero pasajes de Mc Jesús había predicado el
reino de Dios, sanaba enfermos y predicaba en los pueblos colindantes a
Galilea. Pero enfrenta el conflicto con
los religiosos (judíos). Se aleja del pueblo y repiensa su misión. Los
discípulos tampoco lo entienden y la gente sólo lo busca porque hace milagros.
Finalmente los discípulos (Pedro) lo reconocen como el mesías…ahora es tiempo
que ellos comprendan quien es el hijo de Dios. Para afirmar su fe y llevarlos a
una comprensión más profunda de su ministerio los lleva al monte y se
transfigura ante ellos. Es una afirmación de la vocación de Jesús, de su
caminar y es Dios mismo quien lo dice. Jesús no necesitaba de tal
manifestación, pero sus discípulos aún no han entendido su mensaje y es
necesario que el mismo Dios ratifique la misión de Jesús. Jesús no cambia de
camino, los discípulos son retados en el monte a seguirle fielmente.
III El texto
Seis días después
El evangelista no dice después de qué, solo dice seis
días después. “Es lo mismo que decir al séptimo día.”[4] En la tradición bíblica el
siete es el símbolo de la plenitud. Es decir que en el texto que leímos Jesús
llega a un momento de plenitud en su caminar. Lo que aconteció anterior a este
pasaje es la crisis de su ministerio, pero hoy llega el fin de esa crisis, hoy
se manifiesta su gloria.
toma Jesús consigo a Pedro, Santiago y
Juan
Los “Tres” discípulos representan a la comunidad
discipular. El autor del evangelio reconoce la cercanía de estos sus
discípulos. Pedro (aunque es el discípulo que más se equivoca) le había
reconocido como el Mesías. Estos tres son los testigos de la transfiguración y
de esta forma participan en el nuevo caminar de Jesús después de la crisis de
Galilea. Estos tres discípulos “eran los más duros de cabeza”[5] por ello Jesús los lleva
consigo al monte, quiere darles a comprender de una vez por todas su
ministerio.
y sus vestidos se volvieron
resplandecientes
Estando con ellos Jesús se transfigura en su presencia.
La blancura de sus vestidos representa la presencia divina, representa al Jesús
glorioso.
Se les aparecieron Elías y Moisés
Llama mucho la atención el orden en que están situados
los nombres. Primero nombra a Elías, quien representa la tradición profética de
Israel. Con ello nos sitúa también con la misión profética de Jesús por el
reino y también el mismo destino de los profetas: persecución hasta la muerte.
En segundo lugar nos dice que estaba Moisés, quien como sabemos, representa la
ley. “En la tradición judía Moisés es el predecesor del Mesías”[6] Pero ante los dos esta
Jesús, como “el hijo de Dios” con lo que nos confirma la superioridad de Jesús.
“Todo el antiguo testamento conversa con Jesús: la ley y los profetas”[7]
Vamos a hacer tres tiendas
Pedro aun no comprendía lo que estaba presenciando.
Quiere hacer tres chozas, con ello prolongar esta manifestación gloriosa y
quedarse ahí. Aun no ha entendido el mensaje, quiere hacer que Elías y Moisés
se queden, manifestando a Jesús que es bueno estar aquí. No quiere afrontar la
cruz de Jesús y la pasión que ya antes había anunciado (Mc 8, 31-33)
se formó una nube que los cubrió con su
sombra
La nube es símbolo de la presencia de Dios (Ex 13, 21).
Es la presencia de vida, donde hay una nube hay agua, el agua es vida, donde
hay nube hay sombra, la sombra es descanso del sol en el desierto.
«Este es mi hijo amado, escúchenlo.»
Hay un paralelo en el texto con el del bautismo de Jesús.
En marcos 1, 11 “Tu eres mi hijo amado, en ti me complazco” denota que Jesús
era quien escucho estas palabras de parte de Dios. Aquí sin embargo, son los
discípulos quienes escuchan la voz de Dios “Este es mi hijo amado, escúchelo”.
Es decir que Dios mismo confirma a Jesús como su hijo, así como han escuchado a
la ley y los profetas hasta hoy escuchadle a éste pues es mi hijo. Con ello
ratifica la superioridad de Jesús sobre el Antiguo Testamento. En otras
palabras diría Dios a los discípulos: “Que no comprenden, a este yo elijo y su
misión es proclamar mi reino, a este quiero que escuche no a sus deseos y
ambiciones de poder y violencia por el reino.” No es Elías ni tampoco Moisés
quienes dicen estas palabras, es Dios mismo. A este quiere que escuchen es el
mandato de Dios.
no vieron a nadie más que a Jesús solo
con ellos
El antiguo testamento (Ley y los profetas) ya no están,
quedan relativizados. No hay nadie más que seguir más que a Jesús, nada tiene
valor sino pasa por Jesús. Los discípulos ahora podrán comprender mejor el
camino de Jesús. Él ha sido confirmado por Dios mismo como su hijo y es a él a
quien se debe seguir. No hay más nubes, ni profetas ni manifestaciones
gloriosas, sólo Jesús. Este es un llamado progresivo para seguirle. A bajar del
monte e ir al valle, lugar de la misión.
«resucitar de entre los muertos. »
Jesús les pide que no digan nada a nadie, hasta el
momento de la resurrección. Pero ellos no entendían, y en su asombro hablaban
de que significaban tales palabras.
Esta es la segunda ocasión en la que Jesús anuncia la
muerte y resurrección. Pero aún con nube y todo, los discípulos no comprenden.
IV Reflexión
Subir al Monte para
ir al valle
Los discípulos suben con Jesús al monte, haya arriba
tienen esta experiencia divina, ven a Elías y Moisés, escuchan la voz de Dios
que ratifica a Jesús como su hijo. Ellos quieren quedarse ahí y de repente no
ven a nadie más que al mismo Jesús quien les invita a bajar del monte. Después
de esta experiencia hay que bajar al valle, al mar de Galilea, al mar de gente.
En la oración el cristiano se encuentra con Dios, se
reconoce como creatura y pide su misericordia. Jesús oraba al Padre pidiendo
aliento en su misión. En la oración se fortalecía y salía para los demás, para
sanar a los enfermos, para perdonar los pecadores, para alimentar a las
multitudes. Él hace de la oración el momento principal de su misión, la oración
es la que lo llama a la misión. Así debe ser la misión del cristiano. Pedro
quería quedarse en ese momento de gloria y hacer tres chozas, pero Jesús le
urge a bajar del monte, a bajar de la nube para ir a hacerse pueblo con el
pueblo. En esto nos enseña que la oración es fundamental para la misión pero
una oración que se quede en el interior del ser humano es una pobre oración. La
oración, la meditación, la reflexión del cristiano da fruto cuando se hace vida
en la vida de la comunidad, del pueblo, de los más necesitados. Jesús nos
invita a ir al monte para fortalecer nuestras flaquezas, para fortalecer
nuestro compromiso por el reino y luego a bajar al valle, a la vida del pueblo:
donde esta el pobre, donde esta el necesitado, donde esta el que necesita
consuelo, donde esta el que necesita ánimo, donde esta el que necesita
empujones hacia el reino, donde están los que claman por justicia, los que claman por paz, donde están los que
claman por misericordia, los que claman por amistad.
No olvidar la cruz
El camino hacia la pascua es largo y doloroso como lo fue
para los Israelitas en el desierto. En este caminar nuestro hacia la liberación
también nos abruma la desesperanza de la humanidad. Quizá nuestro propio pecado
o el pecado del mundo nos cansan y abruma en el seguimiento de Jesús. El
desierto es árido y tentador; desesperante y agotador; quemante por el día y
frío por la noche. La cuaresma es un largo proceso para los cristianos hacia el
amor y no es raro que nos venza la pereza o la comodidad para reflexionar y
meditar nuestro compromiso con Jesús y su llamado hacia la pascua. Hoy la
lectura nos motiva, nos anticipa la gloria de la resurrección pero no obvia la
realidad de la cruz.
Este es el mensaje de la transfiguración para esta
cuaresma: no desanimar, seguir adelante, seguir en oración, seguir el camino
del amor aunque más adelante nos espera la cruz. Nos recuerda que aunque será
una experiencia dura para Jesús y la comunidad discipular pero no terminará en
la muerte en cruz, que lo veremos glorioso en la pascua de resurrección. También
nuestra realidad nos reta, nos desalienta. Pero hay que seguir adelante en este
camino para ver la resurrección.
V Oración[8]
Dios, Padre y Madre de todos tus hijos e hijas,
«que quieres que todos se salven y lleguen al conocimiento de la Verdad», y que
invitas a «escuchar a tu Hijo muy amado», Jesús, nuestro hermano adelantado;
haz que cada pueblo comparta con los demás tu Palabra, la que has dado a cada
uno de ellos en su propia religión, para que reflejando cada uno un destello de
tu luz pluriforme, mutuamente nos iluminemos, y reconozcamos comunitariamente
la Verdad plena de tu rostro siempre inabarcable. Nosotros te lo pedimos por
Jesús de Nazaret, nuestro hermano, hijo tuyo muy amado.
Amílcar Valencia
[1]
Maximino Cerezo Barredo, Pintor de la Liberación
[2]
Schmid Josef, El evangelio según san Marcos pp. 248
[3]
Ibíd.
[4]
Carlos Bravo, Jesús un hombre en conflicto pp. 150-152
[5]
Juan Mateos, Comentario al evangelio de Marcos.
[6]
Schmid Josef.
[7]
Ibíd.
[8]
Servicio Latinoamericano de Koinonia: http://www.servicioskoinonia.org