22 de abril de 2012

3° Domingo de Pascua, Lc 24, 35-48


Buena Nueva según San Lucas
35Ellos contaron lo que les había pasado en el camino y cómo lo habían reconocido  al partir el pan.36Mientras hablaban de esto, se presentó Jesús en me­dio de ellos y les dijo: -Paz con vosotros. 37Se asustaron y, despavoridos, pensaban ver un fan­tasma. 38É1 les dijo: -¿Por qué ese espanto y a qué vienen esas dudas? 39Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Pal­padme y mirad; un fantasma no tiene carne ni huesos como veis que yo tengo. 40Dicho esto, les mostró las manos y los pies. 41Como aún no acababan de creer de la alegría y no salían de su asombro, les dijo: -¿Tenéis ahí algo de comer? 42Ellos le ofrecieron un trozo de pescado asado; 43é1 lo cogió y comió delante de ellos. 44Después les dijo: -Esto significaban mis palabras cuando os dije, es­tando todavía con vosotros, que todo lo escrito en la Ley de Moisés y en los Profetas y Salmos acerca de mí tenía que cumplirse. 45Entonces les abrió el entendimiento para que com­prendieran la Escritura. 46Y añadió: -Así estaba escrito: El Mesías padecerá, pero al tercer día resucitará de la muerte; 47y en su nombre se predicará la enmienda y el perdón de los pecados a todas las na­ciones. Empezando por Jerusalén 48vosotros seréis testigos de todo esto.
Palabra del Señor
Comentario
Nos encontramos al final de la primera obra de Lucas, el evangelio, en el que también nos relata las apariciones de Jesús a los discípulos que aún no acaban de creer del todo a pesar del testimonio de las mujeres y de Simón. Lucas, contrario a los sinópticos y Juan,  no dice nada sobre las apariciones en Galilea quizá porque las desconoce o las ignora completamente. Quiere presentarnos la experiencia de la resurrección en Jerusalén acentuando que el lugar del fracaso será también el lugar de la predicación de la fe en Jesucristo, esto sobre todo en la segunda obra (los Hechos de los Apóstoles) que nos relata la venida del espíritu Santo a todos los discípulos y apóstoles.

El relato de hoy nos cuenta que los discípulos estaban contando la experiencia del encuentro con el resucitado, que lo habían reconocido al partir el pan. No habían terminado de contarle a los once cuando se aparece Jesús entre ellos. A diferencia de las apariciones anteriores, Lucas por primera vez nos cuenta la aparición a toda la comunidad. Antes se había aparecido a Pedro y los discípulos de Emaús (que podrían ser mujeres).  Los discípulos se asustaron, pensaron que era un fantasma. Aun no han llegado a la fe en la resurrección, están con miedo a la muerte y no creen en la vida o quizá no quieren creer en la vida por el riesgo que implica. Jesús ante ellos les pregunta la razón de esas dudas e inmediatamente les muestra las manos y los pies.

Mostrar las manos y los pies son el testimonio más verifico de que el resucitado es el crucificado. Eso lo tendrán muy presente los discípulos durante toda su vida. La cruz será siempre el recuerdo de la vida, del vencimiento de la muerte pero no antes de la cruz, así la gloria de la resurrección es comprendida desde el sufrimiento de aquel que se entregó por amor hasta dar la vida, muriendo en el madero de la cruz. Pero el sistema que le mata no vence, vence la vida auto-entregada ya desde antes. Ese el gran reto para los discípulos vivir plenamente sin temor a perder la vida. Quizá por ello decimos que no creían al principio en la resurrección o no querían creer en ella, pues implica creer en la vida e ir en contra del sistema que ofrece muerte.

Quizá les llevó mucho tiempo llegar a esa alegría. Jesús había animado a todo un pueblo con su predicación del reino de Dios, pero finalmente es silenciado y crucificado. ¿Cómo habrá quedado la moral y la fe de aquellos seguidores suyos? Naturalmente destrozada. Ellos sin esperanza y con miedo no pueden más que esconderse. Tiempo les habrá llevado en llegar a la fe en el resucitado, por ello Jesús les pregunta por sus dudas. Después su miedo se tornó en asombro. Se llenaron de alegría al descubrirle ahí, entre ellos. Esa es la alegría de aquellos que aceptar dedicar su vida por el reino. Ellos ya están participando de esa vida que tanto les había hablado de Jesús y que sólo después de la experiencia pascual pudieron comprender y abrazar.

Abiertos sus corazones a la vida pudieron entender también las escrituras. Se les abrieron los ojos y el entendimiento. Como decimos en el lenguaje popular, les calló el veinte, comprendieron. Ahora lo veían todo claro, no había donde perderse ni razón para el encierro, se abrieron a la vida y desde ella pudieron predicar lo que Jesús les explica a continuación, de su muerte-cruz-resurrección. Ese es el mensaje misional de la fe de los discípulos. Predicar  la pasión y la resurrección, que fue a la vez el primer credo cristiano. La predicación del kerigma se centra en estos tres elementos según la lectura: Jesús-Cristo, pasión y resurrección, que será el encargo de Jesús para los discípulos. Ellos, como testigos ahora son enviados, apóstoles.

“Los discípulos son aquellos que han vivido personalmente tales hechos y han sido instruidos sobre la significación redentora por el resucitado mismo, que ha abierto los ojos de su entendimiento.”[2] Ahora se encuentran capacitados para predicar esa buena noticia al mundo entero. Así mismo, todos quienes hayamos creído en la resurrección también somos enviados, como los discípulos (hombres y mujeres por igual) a predicar esa buena noticia de la Vida ofrecida por Cristo, recordando la pasión y el triunfo sobre la muerte que es la resurrección.

Hoy en día es necesario que recordemos este gran mensaje de vida en nuestra realidad de muerte y exclusión. Quizá hoy los cristianos y cristianas estamos convencidos de la resurrección pero nuestra vida no refleja haber sido transformada por tal realidad. La fe en la resurrección se convierte sólo en un elemento más que repetir en la profesión de fe pero no algo que afecta nuestra vida cotidiana. Hemos de preguntarnos cuál es el llamado que Jesús nos hace como comunidad cristiana en este mundo. Si creemos en la resurrección y el Señor abre nuestros ojos para que comprendamos las escrituras ¿Por qué vivimos como si nada pasara en el mundo, indiferentes al dolor y al sufrimiento? ¿Por qué los cristianos no somos testimonio de la vida plena predicada por Jesús?

¿Qué significa la fe en el resucitado para ti? ¿Qué significa predicar la fe en Jesús?


Meditación[3]

ABRE MI MENTE
Ahora soy yo el que está a tus pies
y te grita: Señor, abre mi mente.

Mi cabeza está dura
y tengo el corazón cerrado.
Mis puertas están todas bloqueadas.

Toca mi corazón y mi cabeza
y abre un sendero llano,
por donde pueda transitar tu amor,
tu rostro y tus palabras
y tu resurrección.

Hoy es el mejor día
para que rompas mis defensas,
y me transformes en una persona nueva.

Después dame tu Espíritu y envíame.
Iré con tu poder a hablar,
a decirles que hay algo grande,
que está al alcance de cualquiera.

Y ganarás a muchos
para el amor, la libertad y la justicia.
Y habrá más gente nueva,
discípulas y misioneras,
como las que tú buscas,
para estos nuevos tiempos.


[1] Imagen de Maximino Cerezo Barredo, Pintor de la Liberación
[2] Schmid Josef, Evangelio según san Lucas
[3] Patxi Loidi

15 de abril de 2012

2° Domingo de Pascua, Jn 20, 19-31


19Ya anochecido, aquel día primero de la semana, es­tando atrancadas las puertas del sitio donde estaban los discípulos, por miedo a los dirigentes judíos, llegó Jesús, haciéndose presente en el centro, y les dijo: -Paz con vosotros. 20y dicho esto les mostró las manos y el costado. Los discípulos sintieron la alegría de ver al Señor. 21Les dijo de nuevo: Paz con vosotros. Igual que el Padre me ha enviado a mí, os envío yo también a vosotros. 22y dicho esto sopló y les dijo: -Recibid Espíritu Santo. 23A quienes dejéis libres de los pecados, quedarán libres de ellos; a quienes se los im­putéis, les quedarán imputados. 24Pero Tomás, es decir, Mellizo, uno de los Doce, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. 25Los otros discípulos le decían: -Hemos visto al Señor en persona. Pero él les dijo: -Como no vea en sus manos la señal de los clavos y, además, no meta mi dedo en la señal de los clavos y meta mi mano en su costado, no creo. 26Ocho días después estaban de nuevo dentro de casa sus discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús estando las puertas atrancadas, se hizo presente en el centro y dijo: -Paz con vosotros. 27Luego dijo a Tomás: -Trae aquí tu dedo, mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo, sino fiel. 28Reaccionó Tomás diciendo: -¡Señor mío y Dios mío! 29Le dijo Jesús: -¿Has tenido que verme en persona para acabar de creer? Dichosos los que, sin haber visto, llegan a creer. 30Ciertamente, Jesús realizó todavía, en presencia de sus discípulos, otras muchas señales que no están escritas en este libro;  31éstas quedan escritas para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y, creyendo, tengáis vida unidos a él.
Buena Nueva según San Juan:
Palabra del Señor.
Introducción
Este segundo domingo de Pascua el evangelio nos narra la aparición de Jesús a sus discípulos, ya hemos dicho muchas veces: es importante recalcar que los relatos del evangelio no son contados como hechos históricos sino como relatos de fe. Así también en el caso de las apariciones de Jesús los relatos son la experiencia de la comunidad en torno a la fe en Jesucristo. Si es importante denotar que tanto los sinópticos como Juan nos lo relatan, con ello nos quieren decir que fue una experiencia singular que tenía que se contada desde la fe. En esta ocasión leemos a Juan, en concreto la aparición a la comunidad discipular, primero había sido a María Magdalena, pero ella no había creído del todo en la resurrección, ahora, junto con los demás discípulos (aunque no se mencione) ella y los demás serán testigos de que Jesús se hace presente en medio de ellos. Tomas, no estaba con ellos y no cree en el testimonio de los discípulos, él será puesto aprueba y llegará al final a creer en la resurrección.

aquel día primero de la semana
De nuevo el evangelista recurre al relato de la creación (Gen 1) primer día de la creación, ahora es el día de la nueva creación, la nueva creación de los que creen en la resurrección inaugurada por Jesús. Resurrección de Jesús y la escatología del Cristo Resucitado (presente en Jesús y futuro de la comunidad de los cristianos).

atrancadas las puertas
La razón del encierro era el miedo a ser perseguidos por las autoridades Judías, pero también representa ene le interior a la comunidad discipular que ha abrazado la predicación del reino y vive sus valores y el exterior, el mundo hostil a tal predicación.

llegó Jesús, haciéndose presente en el centro
Jesús no es un fantasma que atraviesa paredes o se aparece de formas misteriosas, aparece en el centro de la comunidad, ahí es donde se le puede percibir. En su vida pública él era parte de esa comunidad, estaba con la comunidad, hoy Jesús resucitado es el centro de la comunidad y lo será para siempre en la comunidad cristiana.

Paz con vosotros
Él dice estas palabras con las que los discípulos pueden identificarlo, no es un fantasma, no es un espíritu atrapado, es Jesús que nos deja su Paz. Los que habían perdido la paz por la violencia del mundo ahora reciben la paz del Señor, el amor que vence la violencia y fecunda la verdadera Paz. Esa paz es el rechazo de la violencia del anti-reino.

les mostró las manos y el costado
Este es un recordatorio del crucificado, él mismo que fue condenado y que murió en la cruz, es quien ha resucitado y está en medio de la comunidad. Las llagas en sus manos y costado son la garantía de una vida entregada que no termina con la muerte, es un llamado a no tener miedo a las autoridades judías y el imperio que amenazan con la muerte pues Jesús mismo comunica vida.

Igual que el Padre me ha enviado a mí, os envío yo también a vosotros
La fe ene resucitado a la que la comunidad ha creído al ver las llagas y su costado se torna en envío y misión. Si ustedes son testigos de todo esto (la vida-muerte-resurrección) vayan a anunciarlo, yo los envío como a mi me ha enviado el Padre. Este es un llamado a los discípulos testificar con su vida que creen en la resurrección, un llamado a vivir como resucitados. El repetir “La Paz este con ustedes” se convierte en un imperativo (tarea) para la comunidad discipular, comunicar esa paz (que es fruto del amor y la justicia que él predicó con su vida) será hoy tarea de los discípulos.

sopló y les dijo: -Recibid Espíritu Santo
El verbo soplar también recuerda el soplo divino en Gen 2. Jesús sopla, da vida también a la comunidad, la vida que los capacitará a amar como su maestro.  El Espíritu aquí no hace referencia al Espíritu Santo (la tercera persona de la Trinidad) sino al espíritu de Jesús, la fuerza que capacita para la misión de amar.

A quienes dejéis libres de los pecados, quedarán libres de ellos
Jesús, hombre libre que libera hoy infunde su espíritu a los discípulos para que vayan también liberando a los hombres y mujeres del pecado que los esclaviza. Aquí pecado no significa lo que comúnmente nosotros entendemos como pecado, este caso pecado es todo aquello que limita o mata vida, no les envía a confiesen a todos los hombres y mujeres, más bien a que comunique el amor de Dios que quiere liberarlos de los ídolos del dinero, poder y riquezas. Quitar el pecado es luchar por un mundo justo y oponerse a lo que genera injusticia. Es proclamar el amor de Dios y librarnos de todas esas cosas que no nos dejan ver el amor de Dios y llevan al ser humano a denigrar a otros. Es también abrir los ojos a los que no quieren ver y vendar los corazones rotos de aquellos oprimidos por el sistema.

Hemos visto al Señor en persona
Ese era el testimonio del a comunidad. Ellos, testigos de la resurrección proclamaban ante el mundo no-cristiano que Jesús había resucitado. No fue fácil para la misma comunidad discipular llegar a la fe en el Señor resucitado. Los doce (aunque no estaban todos) habían tenido la experiencia de ver a Jesús en medio de ellos, pero los que no participaban del todo de la comunidad vivían aún ese no saber-no creer en que lo que otros ya habían experimentado. La comunidad tiene un gran reto, ser testigos y comunicar la resurrección, pero también el que escucha el testimonio debe confiar en el testimonio de la comunidad para creer.

Trae aquí tu dedo, mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado
Tomás no estaba presente, él no cree el testimonio de los otros. Jesús se aparece ante el de nuevo y no le reprocha no haber creído. En verdad la postura de Tomás no es la del incrédulo sino la del que  hace un recorrido largo hacia la fe, es una postura válida que le lleva a la fe profunda y no una fe ingenua. Jesús le muestra sus manos y su costado y Tomas no necesita ya meter sus dedos en las llagas que son las mismas de la muerte en cruz. Tomas responde a Jesús resucitado: “Señor mío y Dios mío”, dos títulos que ninguno de los otros discípulos habían dado a Jesús antes.

 Dichosos los que, sin haber visto, llegan a creer
La fe en Jesús resucitado depende del enviado, del testigo de la resurrección, quien recibe el mensaje y lo abraza en la fe es bienaventurado. Esa es la misión del testigo de la resurrección comunicar a otros desde su vida que Jesús ha vencido la muerte como propiciación de la nueva vida instaurada para toda la humanidad y para los que vivan como resucitados.

Jesús realizó todavía,… otras muchas señales que no están escritas en este libro
Estos versículos parecen ser el final del evangelio de Juan, sin embargo le sigue un capitulo mas (probablemente añadido posteriormente). Estas palabras nos describen con claridad la buena nueva que las comunidades de Juan nos quieren comunicar, que el relato del evangelio no es un cuento o mera historia, es una experiencia de fe, que no han tratado de contarnos la biografía de Jesús sino la fe en Jesús y del Jesucristo de la fe.


¿Qué es para nosotros la resurrección?
En el evangelio que hemos leído queda muy claro que la resurrección  es un hecho de la fe, al que las pruebas físicas (la tumba vacía o la ausencia del cuerpo) que podamos buscar se quedan sin mucha relevancia. Hay quienes que necesitan tales pruebas para creer y se lamentan que en el momento de la resurrección no habían cámaras que pudieran dar pruebas contundentes de aquel suceso. Para quienes creemos en la resurrección de Jesús no es necesario tener pruebas científicas porque no es un juego de falso o verdadero, es un hecho de fe y es algo que se experimenta desde la fe. La fe es precisamente eso, no estar convencido por pruebas, si fuera así no sería fe, sino algo comprobable y como todo lo comprobable pierde valor cundo se tiene pruebas que existe.  

El evangelio de este domingo también da un paso más al afirmar que la fe en el resucitado se vive en al comunidad. Jesús se hizo presente en medio de la comunidad discipular reunida, en comunidad es pues como se llega a la fe en el resucitado. Tomas uno de los doce, no estaba con ellos, es decir no estaba con la comunidad, no había tenido la experiencia del resucitado. Cuando entra en la dinámica de la comunidad puede ver a Jesús resucitado. La primera aparición es la resurrección y la otra (de la que fue testigo Tomas) fue la presencia del resucitado en la comunidad. Es decir, que Jesús llegó a ellos y luego se queda con ellos, es el centro de la comunidad. Ahí es donde Tomas lo logra ver, en la comunidad y le llama Señor y Maestro. El mismo que lavo los pies a sus discípulos mostrando el mayor amor esta presente en la comunidad esta resucitado y les invita a vivir como resucitados.


¿Qué significa vivir como resucitados?
«Creer en la resurrección de Jesús sólo puede significar compromiso por el reino de Dios y por le “hoy” de ese reino. Y sólo desde este compromiso por el reino es posible realmente la fe en la resurrección: si habéis resucitado con Cristo,  vivid ahora como resucitados…»[2] Proclamando con la propia vida que él no ha muerto, que sigue vivo. Ese fue el testimonio de las primeras comunidades que nos relatan los Hechos de los Apóstoles, todos decían “miren como se aman”. ¿No sería eso lo que la Iglesia de hoy esta llamada a vivir en nuestro mundo? Habría que preguntarnos también ¿Qué quiere decir la Iglesia de hoy cuando proclama la resurrección? ¿Es sólo un gozo de palabras? o ¿De verdad vive como una Iglesia de resucitados? ¿De verdad proclama el reino de Dios entre nosotros y lucha porque se haga posible aquí en la tierra? ¿O se hace oídos sordos a la realidad?

Vivir como resucitados implica vivir alegres y dando amor en el mundo, hacer vida el evangelio, vivir el pregón pascual de vida verdadera no de gozo pasajero. Vivir como resucitados significa seguir también el camino de Jesús, de compromiso de lucha contra el mal, contra la injusticia y todo aquello que oprime al hombre y a la mujer de nuestro tiempo. Para ello es necesario estar conectado con la realidad, que el evangelio ilumine la realidad temporal y mueva al cristiano a actuar decididamente por la transformación de las realidades de muerte en vida.  

¿Qué significa para ti, desde tu realidad, vivir como resucitado/resucitada?

                                    Amílcar Valencia


[1] Maximino Cerezo Barredo, Pintor de la Liberación.
[2] José Ignacio González Faus, Acceso a Jesús pp. 137

7 de abril de 2012

Pascua de Resurreción, Jn 20, 1-9



Proclamación de la Buena nueva según San Juan

 1El primer día de la semana, por la mañana temprano, todavía en tinieblas fue María Magdalena al sepulcro y vio la losa quitada. 2Fue entonces corriendo a ver a Simón Pe­dro y también al otro discípulo, el predilecto de Jesús, y les dijo:
-Se han llevado al Señor del sepulcro y no sabemos dónde lo han puesto.
3Salió entonces Pedro y también el otro discípulo y se dirigieron al sepulcro. 4Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo se adelantó, corriendo más de prisa que Pe­dro, y llegó primero al sepulcro. 5Asomándose vio puestos los lienzos; sin embargo, no entró. 6Llegó también Simón Pedro siguiéndolo, entró en el sepulcro y contempló los lienzos puestos, 7y el sudario, que había cubierto su ca­beza, no puesto con los lienzos, sino aparte, envolviendo determinado lugar. 8Entonces, al fin, entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, vio y creyó. 9Es que aún no habían entendido aquel pasaje donde se dice que tenía que resucitar de la muerte.
Palabra del Señor

Hoy celebramos la pascua del Señor, en la tradición de Israel la pascua era el paso del Señor en la noche de su liberación de la esclavitud egipcia hacia la tierra prometida. Jesús instaura la nueva pascua, es el paso de la muerte a la vida, de la luz a las tinieblas. La Iglesia celebra hoy la victoria de Jesús sobre la muerte, el que había muerto en el madero ha resucitado, con ello queda claro que la Dios esta con los crucificados y que ellos tienen la razón, que la muerte no puede vencer más  a la vida irradiada por aquellos que se han comprometido en la búsqueda incansable del reino y su justicia.  La resurrección es obra del Padre que da la razón a los que mueren crucificados por causa del Reino. Jesús es el primero en resucitar y con él los mártires inaugurando el tiempo nuevo de la vida. La resurrección es vida, la vida entregada y que tiene sentido aún después de la muerte. Los que matan y condenan sólo pueden matar el cuerpo pero no callan el testimonio de los que ya desde antes se han entregado por completo, entonces su voz permanece, su vida no acaba. En la teología de Juan son aquellos que nacen de nuevo del agua y del Espíritu a quienes la muerte física no acalla el testimonio. Si su muerte es martirial (don de Dios) comparten la suerte del maestro (cruz y resurrección), si su muerte es biológica (no violenta) pero han entregado todo su ser a la construcción del reino, su vida no termina con el perecimiento del cuerpo (también participan de la nueva vida.)

La resurrección es un hecho de fe, un acto de Dios. Él es quien resucita a su hijo, él es quien resucita a sus hijos que entregan por la justicia. Nuestra comprensión de la resurrección es siempre limitada pero de alguna manera la comunidad (la Iglesia) participa de la resurrección de los que han perecido y han sido testigos de Jesús y fieles cumplidores de su palabra. Quizá nos cueste entender el hecho de la resurrección y nos cuestionemos si fue un hecho histórico o sólo una reflexión de las primeras comunidades. Pues, repetimos, es un hecho de fe. Quizá no podemos entenderlo del todo, como los primeros cristianos pero ello no elimina la resurrección. Ellos también fueron pensando y reflexionando mucho sobre la resurrección, de esa experiencia nos habla hoy el evangelio. Para ellos y ellas, los seguidores de Jesús, esto fue un proceso, el final trágico fue tan doloroso que la posibilidad de ver a su maestro resucitado era algo impensable. Y así los sorprende el resucitado, ellos con dudas y temores no veían la realidad de la resurrección, poco a poco fueron comprendiendo y luego participaron como comunidad de la resurrección del maestro.

La resurrección es de Jesús y de los que con él han compartido la trágica muerte no es un hecho aislado de una vida espiritual. La muerte es sólo un paso de transformación de esa vida, los que han nacido del espíritu no perecen, de hecho su muerte es sólo no quita en nada la entrega ya antes dada en vida.

El evangelio de hoy

El primer día de la semana, por la mañana temprano, todavía en tinieblas
El primer día hace referencia a la creación en Génesis 1, con la resurrección de Jesús se inaugura la nueva creación. Por la mañana temprano aún en tinieblas, una de las mujeres va al sepulcro, aún no ha creído en la resurrección, necesitará ver y que le sea revelada de lo divino, como mencionábamos antes, hay una ceguera y el dolor de la muerte en los seguidores de Jesús este muy vivo por lo que cualquier luz aún no se puede ver, todavía se vive en las tinieblas, no porque no haya luz, sino porque no se han abierto los ojos a la luz de la resurrección.

María Magdalena al sepulcro y vio la losa quitada
A diferencia de los evangelios sinópticos, que nos narra que las mujeres fueron a al sepulcro, aquí Juan nos dice que fue únicamente María Magdalena. María Magdalena es la seguidora más fiel del maestro. Ella le conoció y lo siguió, no es la prostituta que la tradición nos cuenta, es una que se vio transformada por la persona de Jesús, ella y las otras mujeres seguían al maestro y posiblemente las que preparaban y financiaban los viajes de Jesús por toda la región de Palestina. Ella estuvo al pie de la cruz y ahora va al sepulcro para ver el cuerpo de Jesús, pero se lleva la sorpresa que la piedra está movida, que alguien la ha quitado. Ella encuentra la tumba bacía y se va a avisarles a los discípulos lo que ha visto.

Salió entonces Pedro y también el otro discípulo
El redactor no dice el nombre del otro discípulo, pero sabemos que habla del mismo Juan, el discípulo amado. Pedro corrió hasta el sepulcro, pero el discípulo amado llegó primero pero no entró, con ello el evangelista también reconoce la figura de Pedro como líder en el cristianismo primitivo. El discípulo amado no entró, vio la piedra quitada y los lienzos pero se quedo en la entrada, Pedro entró  y vio también que le cuerpo del maestro no estaba.
Entró también el otro discípulo…vio y creyó
El discípulo amado creyó en la resurrección, a varios de los discípulos les llevó tiempo reconocer esta realidad, María Magdalena, María la madre de Jesús, las otras mujeres y el discípulo amado fueron los primeros en proclamar la resurrección del Señor, luego vinieron los otros, no  les fue fácil, muchos regresaron a sus casas decepcionados (como los discípulos de Emaús o como Pedro y sus hermanos) que se regresaron a Galilea a vivir sus vidas normales pero se dieron luego recordaron las palabras de Jesús que había de resucitar y empezaron a creer en que Jesús estaba vivo y entre ellos, que no lo había dejado a pesar que no estaba físicamente con ellos, eso fue los que los llevó a formar comunidades y proclamar la buena nueva como el maestro un día los había mandado, de dos en dos, así en comunidad.

La resurrección hoy
Como hemos sentenciado al principio, la resurrección es un hecho de fe imposible explicar mediante hechos, es algo que se cree y se tiene certeza. Es el regalo de Dios a los que entregan su vida sin reservas, guardándose nada para sí y entregando todo a la causa del reino. Los que traten de explicar este acontecimiento de la fe por medio de explicaciones científicas pierden su tiempo y si la Iglesia lo hace también desacredita este acontecimiento.

La resurrección la hace Dios junto con el Pueblo
Como hemos dicho, le toca a Dios, pero también al pueblo. Los primeros discípulos se vieron en una situación muy cruda: el que había animado a todos en la búsqueda del reino de Dios y su justicia ahora esta muerto, el imperio le ha crucificado y quizá vendrá tras de ellos por haber sido sus seguidores. No faltaban aquellos que pensaban que todo estaba perdido y que si Jesús no pudo traernos la liberación que predicaba ya nada ni nadie puede cambiar el sistema que mata y condena, nada tiene sentido,  al final el mal vence al bien.  Así pensaban algunos, sin embargo el espíritu les reveló que la vida que se entrega totalmente y sin reservas jamás muere, entonces empezaron a ver y a sentir a Jesús entre ellos. Como dice el evangelio, un Ángel les revela que Jesús ha resucitado (Mt 28, 8ss; Jn 20, 11-18). Entonces con la certeza de que no había muerto, que la vida de Jesús supera la muerte física ellos inician el movimiento de los seguidores de Jesús, van proclamando que el Jesús que las autoridades judías condenaron a muerte, no esta muerto, que Dios le resucitó, que su vida sigue iluminado la realidad, que aunque acallaron su voz hoy grita más fuerte que nunca. Y los cristianos decididos empezaron a vivir y a testificar de este Jesús, ellos también lo había resucitado, ellos también lo hacían presente con sus vidas. Por ello no tuvieron miedo nunca más de la muerte, aunque eran perseguidos y crucificados más cristianos aparecían, aunque eran encarcelados, muchos más se convertían por el testimonio de los discípulos y discípulas.

La resurrección de los mártires
Maximino Cerezo Barredo
En El Salvador, antes de los inicios del conflicto armado, muchos sacerdotes, catequistas, religiosas acompañaron al pueblo pobre que era expoliado por los terratenientes y reprimido por el gobierno, perseguido y asesinado por buscar reclamar sus derechos. En ese contexto surgió la Iglesia de los pobres, esos hombres y mujeres que no dieron la espalda al pueblo oprimido y perseguido. Sacerdotes acompañando las luchas del pueblo, siendo la voz de los que no tienen voz, reclamando justicia, equidad y cese de la represión contra el campesino y el proletariado. El gobierno y las fuerzas armadas arreciaron la represión y también persiguieron a la Iglesia de los pobres. Sacerdotes fueron asesinados, el primero de ellos Rutilio Grande y tras de el una veintena de sacerdotes, miles de organizadores comunitarios y catequistas. Oscar Romero el Obispo de la capital también fue acecinado por la extrema derecha en 1980 después de haber denunciado al gobierno por todos los atropellos al pueblo y la masacre de campesinos. Hoy día, también los mártires resucitan, ellos que han entregado todo también comparten con Jesús la resurrección. La muerte que viene de los opresores no tienen vigencia, la vida de los cristianos que se entregan por completo no perecen sino que son semillas de liberación. Ellos resucitan en el pueblo y su voz no se calla aunque la hayan querido callar con balas, pero se sigue escuchando con más intensidad. Que aun hay muerte y represión sí, pero ello no perdura, sólo el amor. El amor de Rutilio, de Romero, del pueblo crucificado aún es luz en esta cruda realidad y nos animan para seguir su ejemplo como ellos fueron seguidores fieles de al mensaje de Jesús.  

Nos toca a nosotros los cristianos también resucitar y comprometer nuestra vida en proclamar que existe vida, que la muerte no tiene la ultima palabra, sino la vida que se entrega sin reservas. La vida que busca vida y defiende lo que Jesús defendió, la vida que es solidaria y vela por el derecho de todos a vivir con dignidad. Así, con nuestra vida proclamaremos también el misterio pascual de la resurrección.

Feliz Pascua
Amílcar Valencia


[1] Maximino Cerezo Barredo, Pintor de la Liberación

6 de abril de 2012

Viacusis de los inmigrantes

Sobre la Pasión de Jesús

Nos encontramos celebrando el triduo pascual, tres días que se inauguran el jueves santo con la liturgia de la cena del Señor (en los sinópticos) y el lavatorio de los pies (en el evangelio de Juan) que es un signo profético de su entrega hasta dar la vida. La misma tarde de jueves Jesús es arrestado por las autoridades judías y llevado al sumo sacerdote, inicia su pasión y su vida terminará violentamente el día viernes.

La muerte de Jesús no es lo que tradicionalmente algunos en la Iglesia y los movimientos pentecostales enseñan, una muerte expiatoria. Esa explicación del fin de la vida de Jesús en la tierra se queda muy en las nuves y no compromete en nada la vida de los cristianos. Con ello se reduce el compromiso de Jesús por el reino y su entrega amorosa hasta dar la vida. Seguramente hemos escuchado muchas veces ese discurso en nuestras parroquias, en las que se nos dice que Jesús murió porque así lo había querido el Padre y que murió en la cruz para salvarnos de la condenación eterna.

En primer lugar, hemos de decir que el Dios de Jesús no es un Dios sangriento y no se regocija en la muerte de su hijo. Dios no mando a su hijo a morir en la cruz, no era algo que estaba escrito, algo que tenía que suceder así. Es decir que Dios no le pide a Jesús que vaya y se deje crucificar. El problema que enfrentamos al acercarnos al a cruz de Jesús es que nos olvidamos que es un riesgo que corren todos aquellos y aquellas que no se dejan doblegar por el sistema. Olvidamos que Jesús ha predicado el reino de Dios y su justicia, que por su compromiso con los olvidados, con los oprimidos, con los empobrecidos, con los reprimidos por el sistema político-económico y religioso asume las consecuencias de una vida libre y liberadora. Jesús desenmascaró la religión opresora y justificadora del sistema que genera pobreza, por ello y su compromiso por liberar al pueblo pobre es perseguido y finalmente llevado al árbol de la cruz. Las autoridades judías vieron en el aún revoltoso y transgresor de la ley, los que ostentaban el poder económico y político tuvieron el temor que este se convirtiera en una especie de caudillo que liderará al pueblo a la revolución en contra del imperio invasor. Por ello lo condenaron a muerte, usaron el poder y la fuerza para callar de una vez por todas al que hablaba con autoridad. Las motivaciones de su condena fueron más políticas que religiosas como ha sucedido con muchos mártires en la historia de la Iglesia.

En segundo lugar, debemos desenmascarar la imagen del Dios castigador y juez que muchos en la Iglesia siguen sosteniendo. Esa imagen del Dios que exige victimas para la salvación. Dios no exige a ningún ser humano el sacrificio de la propia vida y mucho menos de su hijo, Dios no esta enojado con el ser humano pero si quiere su arrepentimiento y entrega generosa. No pide victimas, Dios no es como el dios del capital, el dios dinero del sistema económico y político que exige victimas, Dios no es un victimario, él ofrece la salvación gratuita en Jesús para todos. Dios es amor nos dice el evangelio de Juan y lo sigue repitiendo en la primera carta, su amor es tan grande que nos entró a su hijo único para que todo el que crea en él tenga vida. Quienes se acercan a Jesús y se adhieren a su mensaje son portadores de las buenas nuevas del Padre, de la buena nueva del reino de Dios, del compromiso por instaurarlo aquí en la tierra luchando en contra de las tinieblas y el anti-reino de los sistemas económicos que esclavizan al ser humano y condenan de muerte a millones día a día. Él vino a darnos la buena noticia de que hay salvación si nos abrimos a su propuesta. No esta enojado y no nos condena, nos exige cambiar de rumbo, quitarnos los vendajes que el consumismo nos impone y ver la realidad del reino entre nosotros. Su amor es grande y su hijo nos lo ha dado a conocer. Debemos responder a su amor renunciando a los egoísmos, injusticias, muerte, temor y todos los antivalores de nuestra sociedad.


Hoy día también muchos son condenados a muerte: hambre, violencia, guerra, falta de empleo, persecución por su color de piel, discriminación por sexo o religión, etc. Hoy día, también se siguen crucificando a muchos en nuestro mundo, en pleno 2012 también hay mucho cristos crucificados, unos clavados con balas otros condenados a muerte lenta y dolorosa. Dios sigue muriendo con Jesús en el rostro de aquellos que no ven luz nunca en esta vida, de los pobres que no tienen lo necesario par subsistir, de los que se quedan sin trabajo, de los inmigrantes que son deportados todos los días hacia sus países de origen después de haber sido usados por sistema y exprimidos hasta quitarles la esperanza, hoy día hay miles de millones de mujeres que sufren violencia en sus hogares, en las Iglesias, en las instituciones gubernamentales, todas aquellas que sufren acosos y salarios por debajo de sus capacidades simplemente por ser mujeres…todo ese dolor lo asume Jesús en la cruz, toda esa muerte hoy la asume y pide desde ella a los cristianos que lo bajemos de tal dolor. El pueblo sufriente, el pueblo crucificado llora desde la cruz y grita esperando a que los cristianos nos dignemos a aliviar el dolor de los crucificados de la historia. Ellos, el pueblo sufriente junto con los mártires nos reclaman vida y compromiso para que no haya más muerte ni dolor. Dios mismo esta muriendo con Jesús, Dios mismo muere hoy con su pueblo y nosotros no podemos sólo darnos golpes en el pecho, adhirámonos a su palabra y trabajemos como Jesús para que su reino sea una realidad.

Jesús se ofrece, como nos lo dice el evangelio de Juan, no le quitan la vida, él la entrega. Lo hace pues es consecuente con su predicación y comprende que sólo se puede salvar del dolor y la muerte al que el sistema condena al ser humano mediante el misterio pascual. Esa es la muerte que llega a dar vida, es la semilla que muere en la tierra para dar frutos. Quienes se entregan totalmente también encontraran vida, quienes dejan comodidades y dicen si a Jesús y su proyecto rechazando toda clase de injusticia (venga de donde venga) encontraran oposición como la encontró Jesús, como  la encontró Martin Luther King, como la encontró Oscar Romero y como la encuentran todos los cristianos fieles al evangelio, pero también encontraran vida la vida que supera la muerte del sistema. Quienes entreguen su vida por amor vivirán, no sólo los que mueren mártires sino también todos aquellos que día a día se entregan a Dios y al servicio de su reino proclamando con su vida que el reino de Dios es posible entre nosotros y lo hacen vida con sus vidas, esos ganan la vida. De este tipo de cristianos estamos llamados a ser: generosos, solidarios, quienes buscan la verdad, quienes buscan la justicia, quienes trabajan por la paz, quienes comparten desde su pobreza, quienes hacen vida el evangelio.

Amílcar E. Valencia