11 de enero de 2012

2° Domingo del Tiempo Ordinario, Juan 2, 35-42


Proclamación de la Buena Nueva
35 Al día siguiente, de nuevo estaba presente Juan con dos de sus discípulos 36 y, fijando la vista en Jesús que caminaba, dijo:
 - Mirad el Cordero de Dios.
 37 Al escuchar sus palabras, los dos discípulos siguieron a Jesús. 38 Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les preguntó:
 - ¿Qué buscáis?
 Le contestaron:
 - Rabbí (que equivale a «Maestro»), ¿dónde vives?
 39 Les dijo:
 - Venid y lo veréis.
 Llegaron, vieron dónde vivía y aquel mismo día se quedaron a vivir con él; era alrededor de la hora décima.
 40 Uno de los dos que escucharon a Juan y siguieron a Jesús era Andrés, el hermano de Simón Pedro; 41 fue a buscar primero a su hermano carnal Simón y le dijo:
- Hemos encontrado al Mesías (que significa «Ungido»).
42 Lo condujo a Jesús. Jesús, fijando la vista en él, le dijo:
- Tú eres Simón, el hijo de Juan; a ti te llamarán Cefas (que significa «Piedra»).

Palabra del Señor

Introducción
Hoy celebramos el 2° domingo del tiempo ordinario. Aunque para este ciclo el evangelio principal es Marcos hoy la liturgia nos propone el evangelio de Juan. Este relato nos presenta el proceso de llamamiento de sus discípulos, que en este caso concreto, son los discípulos de Juan quienes se acercan a Jesús sin que éste les haya llamado.

El evangelista
Cuando nos acercamos al evangelio de Juan debemos recordar que es muy diferente de los sinópticos en cuanto a redacción y en su mensaje. El evangelista presenta los textos con un mensaje muy profundo, detrás del simple relato hay muchos elementos que hay que tomar en cuenta a la hora de reflexionar. Brevemente vamos a ver algunos elementos de importantes sobre este texto en concreto.

Al día Siguiente de nuevo estaba Juan con sus discípulos
El evangelista antes ha hablado del testimonio de Juan el Bautista, han pasado dos días (en la narración desde el versículo 19). Entonces, el tercer día es cuando Jesús se pasa frente a Juan y sus discípulos. Nos da a entender que la misión de Juan no termina sino hasta que el mismo Jesús comience la suya. Juan estaba con dos de sus discípulos, convocados por el testimonio del profeta y por el bautismo. Pero todos ellos estaban a la expectativa de la llegada del cordero de Dios. Juan lo había dicho antes “entre ustedes hay uno que no conocen y que viene después de mi” (Jn 1, 26). El bautista conocía el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Jn 1, 29) pero sus discípulos no.

Mirad el Cordero de Dios
En esta ocasión el evangelista sólo dice el “Cordero de Dios” no como antes había dicho en el versículo 29 “El Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”. En la tradición judía el Cordero de Dios recuerda la noche de la liberación del dominio Egipcio. La noche en la que las familias hebreas sacrificarían un cordero sano, sin marcas, en sacrificio por la liberación. Era la noche en la que Dios liberaría al pueblo. Juan nos dice pues, miren ese es el que trae liberación, ese el Cordero de Dios.
El pecado del mundo a veces mal entendido en nuestra Iglesia, donde se acentúa el sólo el pecado personal y no el pecado social. Pero en la tradición bíblica “el pecado del mundo” continuamente se refiere a la opresión e injusticia de los pobres de Yavé. El cordero de Dios libera de las cadenas que atan al ser humano y no le dejan ser libre y feliz. El cordero de Dios anunciará el reinado de Dios y proclamará el año de gracia (Lucas 4, 17-ss)
Juan nos pone en perspectiva el futuro de Jesús. El inaugurará la nueva pascua, la nueva liberación. El cordero de Dios jugará un papel decisivo, su vida y su sangre derramada serán fuente de vida y liberación.

Al escuchar sus palabras, los dos discípulos siguieron a Jesús
Juan les señala el Cordero de Dios. Ellos se van y lo siguen. Aquí hay un alto grado de humildad y pequeñez del Bautista. Los teólogos afirman que en las comunidades Joánicas había cierta tensión entre los seguidores de Juan el Bautista por ello el evangelista les recuerda que Juan no era el Mesías y resalta la humildad de Juan como elogio. Juan es sólo un testigo Juan no era la luz, sino uno enviado a dar testimonio de la luz (Jn 1, 8) También se afirma que luego de la muerte del Bautista sus discípulos se volvieron seguidores de Jesús.

Seguir significa: caminar junto a otro que señala en camino. El texto dice que los discípulos siguieron a Jesús, con ello Juan nos quiere decir que los discípulos quieren conocer a Jesús, quieren saber quien es, quieren saber su manera de vivir. Es la actitud de un discípulo que sigue las huellas de su maestro, quieren vivir como él. Probablemente una tradición de la época era que los aspirantes a discípulos eran invitados por el maestro a quedarse con el para ver cómo vive.

Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les preguntó: -¿Qué buscáis?
Juan quiere dejar claro lo que significa seguir a Jesús. ¿Qué buscáis? Una pregunta tajante a los discípulos, ¿buscan a Jesús porque uno los manda o porque quieren ser verdaderos discípulos? Jesús pudo haber dicho: “¿Por qué me buscan? ¿Qué esperan de mí? ¿Qué creen que puedo darles?” Con esta pregunta el evangelista también nos advierte que hay seguimientos equivocados de Jesús.

Le contestaron: - Rabbí, ¿dónde vives?
Juan aplica ahora un nuevo título a Jesús “Rabbí”, es decir maestro. Contrapone a los escribas estudiosos de la ley con Jesús. Aplica el titulo de maestro a Jesús, es decir uno que instruye, que enseña. Pero Jesús no era ningún erudito, primero porque no tomo ningún curso en Gamaliel. Conocía las escrituras como todo judío, pero probablemente solo podía leer.
Los discípulos aceptan a Jesús como guía por eso lo llaman Maestro, quieren seguirlo. Pero a la pregunta de Jesús ellos responden con otro pregunta ¿Dónde vives? La pregunta parece simple, pero de nuevo el evangelista es profundo. Los discípulos no quieren conocer la casa de Jesús, ellos quieren en verdad conocerle. No preguntan por la doctrina de Jesús, sino por su vida.

Venid y lo veréis.
Esta es la respuesta de Jesús, vengan y se convencerán. Si los discípulos buscaban un lugar donde quedarse y ser instruidos, no lo encontrarían. Pero si querían ser verdaderos discípulos del maestro entonces verán. Por ello los discípulos aún no tienen nombre, serán nombrados después de conocerle, entonces verán el lugar donde Jesús esta. Entonces, ¿Cuál es el lugar de Jesús? Sencillamente podemos decir que su lugar es el lugar de la vida y de la búsqueda del reino, el lugar de los olvidados y marginados.

Llegaron, vieron dónde vivía y aquel mismo día se quedaron a vivir con él
Después de ver se convencieron y se quedaron con el, es el inicio de la nueva comunidad, la de Jesús-Mesías. Hay una ruptura en el tiempo además. Eran las cuatro de la tarde, es decir el inicio de otro día que también era la hora del sacrificio del cordero. Así, la nueva comunidad es también parte de la nueva liberación por el cordero de Dios. Es el comienzo de una nueva humanidad.

Hemos encontrado al Mesías (que significa «Ungido»)
De nuevo Juan aplica otro título a Jesús: Mesías. Uno de los discípulos era Andrés, hermano de Simón. El otro no tiene nombre, probablemente el mismo sea el discípulo amado, Juan al que se adjudica este evangelio. Juan es el discípulo que nunca deja al maestro, que lo acompaña hasta la muerte. Estos discípulos habían estado con el maestro y fueron a contar a otros lo que habían visto. Andrés va y le cuenta a su hermano Simón, al que Jesús llamará roca, por su testarudez y sus arrebatos, pero que puede transformar su vida en fortaleza. En este texto Pedro representa al incrédulo, pues no dice nada, no ve claro cómo Jesús puede ser el Mesías. El evangelista también reconoce la importancia de la figura de Pedro en las primeras comunidades por ello lo menciona tan temprano en el evangelio aunque aún no es discípulo de Jesús.  


Reflexión
El evangelista hoy nos ha iluminado genialmente lo que significa ser discípulo de Jesús. Dialogo que surge entre Jesús y sus primeros seguidores fue una experiencia inigualable. Estos estos estaban ya con un maestro, pero éste les dice que no es a él a quien tienen que seguir, que él es simplemente un testigo de otro que viene tras suyo, uno que bautizará con el poder del Espíritu Santo. Juan estaba consiente de su misión y de sus limitaciones, no se acomoda y no pretende hacer una escuela de seguidores. Juan tiene una misión, preparar el camino para el Mesías. Él reconoce su pequeñez y no infunde falsas esperanzas entres sus seguidores. Les enseña que hay algo mucho más grande que esta llegando, que hay algo novedoso por llegar. Los discípulos comprenden y se emocionan por conocer a ése que quita el pecado de mundo.

Estaban allí hablando de todo eso cuando pasa frente a ellos Jesús. Jesús no es uno que venía detrás, hoy esta pasando entre nosotros, viene quien nos trae liberación. Podemos resumir el texto así: “¿Qué buscan?”  “¿Maestro donde vives?” “Vengan y lo verán”

¿Qué buscan?
Los primero seguidores vieron en Jesús a uno que tiene una chispa nueva, que hay algo en su persona que atrae a muchos. Vieron que era un hombre cabal, un ser humano con los pies en la tierra y con la mirada en el reino. Eran hombres del pueblo, oprimidos por le imperio y por sus mismos dirigentes; vivían bajo el domino romano, bajo los abusos de la religión y el legalismo de los fariseos. Creían como Jesús en la liberación de la que hablaba Juan. Estos discípulos identifican en Jesús al liberador de Israel, el salvador, el que trae el mor del Padre. Buscaban en Jesús lo que la religión les negaba: pensar, luchar por la liberación; creían que Jesús traía esa liberación. Eran hombres sedientos de justicia y vieron todos sus deseos cumplidos en la persona de Jesús.

¿Maestro donde vives?
Este maestro no es el que les daba una clase bíblica o de moral, era uno que les enseño con su vida qué significa ser discípulos. Jesús nunca se aplicó el titulo de maestro así mismo, el más bien lavó los pies de sus discípulos, decía que hay que hacerse el más pequeño y el servidor de todos. Tampoco tenía casa “Las zorras tienen cuevas y las aves tienen nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde recostar la cabeza” (Lc 9, 58)
Los discípulos  querían ser como su maestro, adoptar su estilo de vida. Preguntaron por el lugar donde Jesús vivía porque querían saber cuál es le lugar del Mesías en el mundo. Claramente no era en el templo sino entre la gente que sufre. Ellos querían adoptar también ese mismo lugar de su maestro, hacer su morada con él.

Este es el lugar de Jesús:
  El lugar de los pobres, “Dichosos ustedes los pobres, pues de ustedes es el reino de Dios” (Lc 6, 20)

  El lugar de los marginados, “Dejen que los niños vengan a mí, y no se lo impidan, porque el reino de los cielos es de quienes son como ellos” (Mt 19, 14);

  El lugar de los enfermos, A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa (Mc, 2,11)

  El lugar de los despreciados, “En esto se le acercó un hombre enfermo de lepra, el cual se puso de rodillas delante de él y le dijo: -Señor, si quieres, puedes limpiarme de mi enfermedad. Jesús lo tocó con la mano, y dijo: --Quiero. ¡Queda limpio!” (Mt 8, 2-3)

Vengan y verán
Esa es la invitación de Jesús, vengan y se convencerán de que les hablo. Jesús creía en la liberación del pueblo pero no creía en la fuerza. La fuerza de su mensaje está en su testimonio, encarna la palabra y la hace vida mostrando el amor del Padre para todos. Ellos fueron y se convencieron, siguieron a Jesús y fueron sus testigos.

Para la reflexión personal
Juan motivaba a sus discípulos a estar atentos al paso del Mesías. Él tenía claro que era limitado y no representaba la liberación para Israel ¿Cuántas veces nos hemos acomodado pensando que con el hecho de asistir a misa y comulgar y hacer oración ya hemos cumplido?

¿Ser cristiano significa algo más para mí, me siento llamado por Jesús a ser su discípulo-discípula en el mundo? ¿Qué significa ser discípulos y discípulas de Jesús en el entorno donde vives?

Hoy Jesús también nos pregunta ¿Qué buscáis? ¿Qué te motiva, qué te hace caminar y ver el horizonte? ¿Qué buscas en Jesús hoy?

Jesús nos invita a encontrarle en el lugar donde él ha querido quedarse, en los pobres, marginados, encarcelados, inmigrantes, enfermos, etc. ¿Le buscamos ahí, o solo en el templo, sólo en los sacramentos?


Amílcar Valencia


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