4 de diciembre de 2011

2° domingo de Adviento Mc 1, 1-8 , Ciclo B 2011


Proclamación del Evangelio
1 Comienzo del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. 2 Conforme está escrito en Isaías el profeta:

“Mira, envío mi mensajero delante de ti, el que ha de preparar tu camino. Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas”

4 apareció Juan bautizando en el desierto, proclamando un bautismo de conversión para perdón de los pecados. 5 Acudía a él gente de toda la región de Judea y todos los de Jerusalén, y eran bautizados por él en el río Jordán, confesando sus pecados.
6 Juan llevaba un vestido de piel de camello; y se alimentaba de langostas y miel silvestre. 7 Y proclamaba: "Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo; y no soy digno de desatarle, inclinándome, la correa de sus sandalias. 8 Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo."
                                                                                                                                                           Palabra del Señor

Introducción
La lectura del evangelio para este segundo domingo de Adviento nos presenta el mensaje de los profetas. Tres en concreto: 1) Malaquías, “mirad que envío mi mensajero delante de ti” (Ml 3, 1); 2) Isaías, “Una voz que grita en el desierto: Preparad el camino de Señor, enderezad sus senderos” (Isa 40,3) y 3) Juan el Bautista “Detrás de mí viene el que es más fuerte que yo…” (Mc 1,7-8). Con ello el evangelio quiere darnos a entender dos cosas. Primero, que la opción profética de Jesús por el reino de Dios está justificada en el mensaje de los profetas del antiguo testamento (Isaías y Malaquías) y de profetas contemporáneos a Jesús (Juan el Bautista) y Segundo, que los profetas traen un mensaje de esperanza, que Dios cumple sus promesas, pero nos invita a la conversión para poder verle pasar por nuestras vidas.

Contexto
El evangelio según san Marcos, que habíamos iniciado el domingo anterior, nos presenta a un Jesús muy humano, dinámico, profético y por ello en constante conflicto. Sin embargo en la escena de hoy Jesús es el gran ausente. A diferencia de Mateo y Lucas, Marcos no nos habla de los relatos de la infancia de Jesús[1]. Marcos omite los relatos de la infancia de Jesús a propósito, pues solo hasta el final de su evangelio revelara  que ese hombre es el Hijo de Dios. Aunque esta última frase “Jesús Hijo de Dios” aparece en el relato de hoy no está en boca de Jesús o de alguno de sus discípulos, sino es el mismo redactor quien las dice.

Marcos inicia así: “Comienzo del evangelio de Jesucristo, hijo de Dios” por lo que a este evangelista se le atribuye como creador del género literario Evangelio, que común mente traducimos como buena nueva o buena noticia. Marcos nos quiere dar a comprender que lo que Jesús dijo e hizo es buena noticia pero más profundo que Jesús mismo es una buena noticia[2].

Marcos también nos dice que ese Jesús es el Cristo, el ungido, e hijo de Dios. Pero en este pasaje el evangelista no nos dará más detalle de esto, solo introduce uno de sus temas centrales al que desarrollara más adelante.

Explicación
El mensaje de los profetas es siempre una llamada a la conversión. El profeta Isaías trae un mensaje de liberación del exilio pero hay que preparar la llegada de la liberación. Cuando el pueblo reconoce a ese Dios como el Dios de la Alianza y se purifica es hora de la liberación, el retorno del destierro; es entonces cuando ve con claridad cuál puede ser su futuro si pone su confianza solo en el Dios de la vida  y de la liberación.

Por otra parte, Juan el Bautista es el mensajero, el que prepara para la  venida del Hijo de Dios. Por ello gritaba en el desierto: “Preparen el camino del Señor.” “Conviértanse, enderecen sus senderos” Juan es consiente que el pueblo se ha ido alejando de Dios. Por ello les invitaba al bautismo del perdón de los pecados, a confesarlos públicamente. También reconoce que su predicación es diferente a la del Hijo de Dios: “Yo bautizo con agua pero detrás de mí viene uno que los bautizara con el fuego del Espíritu Santo”

Jesús no bautiza y tampoco predicaba el mismo que bautismo Juan. La predicación central de Jesús   es la venida del Reino de Dios.  Habla de la conversión no como una acción “ser bautizado” sino como actitud de vida “Convertirse al Reino de Dios” (Mc 1, 15) creer en la buena nueva.

Aplicaron
En este tiempo de Adviento el mensaje de los profetas es claro: Estar listos para poder ver al Señor que llega. Convertirnos de nuestros pecados, de las cegueras que no nos permiten ver su Reino entre nosotros.
Todos tenemos algo de que arrepentirnos, cada cual sabrá que porque cosas pedir perdón. Como sabemos el perdón pasa por el arrepentimiento y por la confesión. Al inicio de la Eucaristía nos presentamos al Señor como pecadores. Por ello pedimos perdón tres veces. La primera seria por nuestras faltas personales a los hermanos, a nuestra familia, a nuestros compañeros. La segunda por los por pecados de la comunidad, por las veces que no nos abrimos a al servicio amoroso al necesitado, por las veces que como Iglesia somos medios de opresión para la misma comunidad; lo hacemos también por la Iglesia Romana (santa y pecadora) por su conversión y fidelidad a las enseñanzas de Jesús de Nazaret, su fundador. Y la tercera por los pecados de la sociedad. Por los pecados sociales de nuestro mundo. Por los gobiernos y  por el capital privado que oprime al 99% de la población generando más pobreza en el mundo. Por los países en desarrollo que siguen matando de hambre al mundo. Por los países que hacen la guerra e invaden a otras naciones. Por los que idolatran el poder y el dinero. Por los que se dicen cristianos pero obedecen más a la bandera que al evangelio. Por los que oprimen al extranjero promoviendo leyes de exclusión. Por el crimen organizado y la violencia que cobra la vida de millones alrededor del mundo.

En esta realidad es la que el mensaje de los profetas es aún vigente, preparar el camino del Señor, estar atentos, tener esperanza pues Dios viene a liberarnos. Abramos pues nuestro corazón a la buena noticia y seamos luz en esta realidad de muerte, injusticas, exclusión y pobreza. Es ahí donde Dios nos exige ser signos de vida, de esperanza y de transformación de nuestro mundo. Su mensaje de esperanza es vigente y nos alienta en medio de las realidades más duras de la vida a creer en otro mundo posible. Solo así le veremos, solo así le podremos contemplar, preparándonos para su venida, limpiando su camino y haciendo presente la realidad del Reinado de Dios que nos anuncia. Hagamos de la actitud de espera una constante búsqueda de su reino y su justicia. Que la esperanza de los cristianos sea un testimonio en el mundo de que es posible otro mundo donde Dios reine.

                                                                                                                                                                         Amílcar Valencia


[1] Debemos tomar en cuenta que los relatos de la infancia de Jesús no son hechos históricos, como sucede en muchos de los relatos de los evangelios, sino relatos Teológicos. Esto quiere decir que los redactores no pretendían contar exactamente lo que sucedió (incluso Mateo y Lucas tienen dos versiones diferentes sobre la infancia de Jesús); más bien querían dar un mensaje concreto. En este caso decirle a los seguidores de Jesús y a sus opositores, que ese hombre de Nazaret era el hijo de Dios.
[2] Jesús predica el Reino de Dios y sus seguidores proclaman que Jesús es la encarnación de ese reino; de hecho la mejor definición de cristiano seria esta: “El que cree en Jesús y decide proseguir su obra en el mundo”

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