27 de noviembre de 2011

1° Domingo de Adviento Mc 13, 33-37 Ciclo B 2011


Proclamación de la Buena Nueva según san Marcos
33 "Estad atentos y vigilad, porque ignoráis cuándo será el momento. 34 Al igual que un hombre que se ausenta: deja su casa, da atribuciones a sus siervos, a cada uno su trabajo, y ordena al portero que vele; 35 velad, por tanto, ya que no sabéis cuándo viene el dueño de la casa, si al atardecer, o a media noche, o al cantar del gallo, o de madrugada. 36 No sea que llegue de improviso y os encuentre dormidos. 37 Lo que a vosotros digo, a todos lo digo: ¡Velad!"
Palabra del Señor
Introducción
Ahora Iniciamos un nuevo ciclo litúrgico. El domingo anterior leíamos la última de las parábolas del Evangelio de Mateo y hoy uno de los últimos textos del evangelio de Marcos. Sin embargo no hay ninguna ruptura en cuanto al mensaje del domingo anterior en el cual leíamos Mt 25. Texto conocido como el juicio final. En ambos evangelios hay una similitud en el contexto y el mensaje: “la última venida de Cristo.”

El Contexto
El evangelio de Marcos, el primero en escribirse (año 70 aprox.) nos presenta a Jesús en grandes controversias, especialmente con las autoridades Judías, los fariseos y sacerdotes. En los pasajes anteriores (Cap. 11-12) Jesús ha subido a Jerusalén y ahí a tenido enfrentamientos con los judíos. Ahora en el capítulo 13 aparece uno de los textos conocidos como apocalípticos pues al parecer nos hablan del futuro.  Jesús ha echado a los mercaderes del templo, ha criticado a la religión por oprimir al pueblo pobre y matar a los profetas y entre mezcla la destrucción el templo con el mensaje escatológico del fin de los tiempos.
Muchos pensaban que el fin de los tiempos sería espantoso, de agua y fuego pero todo quedaría pacificado por Dios estableciendo su Reino de justicia y de paz después de eliminar a los malos[1]. Los primero cristianos pensaban de esta manera. La segunda venida era algo que sucedería pronto. Era algo por lo que debían estar alerta “estar despiertos” “estar en vela”. Pero lo cierto es que los evangelios no nos dicen ni la hora ni el día. Sólo una llamada a estar vigilantes.

Estar vigilantes.
Comúnmente se nos invita a confesarnos, a prepararnos sacramentalmente para esperar la venida del señor “preparados”. Algunas Iglesias usan el miedo de la venida de Jesús con la típica pregunta ¿A dónde irías si mueres hoy? todo con el afán de ganar adeptos. El evangelio no nos invita a eso. Eso es para niños. Jesús no está hablando con niños, está hablando con adultos. Él nos invita sumir compromisos en la vida.

Los cristianos debemos vivir en constante adviento no porque Dios está jugando al patrón que llegará cuando se le antoje y nos hace esperar todo el tiempo que se le plazca. Sino como espera activa. Dios ya vino o mejor dicho Dios es el que viene. El es el que siempre está llegando. Mirar y vigilar serían las dos claves de este texto. Necesitamos luz para ver. Necesitamos estar despiertos y afrontar la vida con una actitud coherente[2].


La Salvación que esperamos
Los judíos esperaban la salvación terrenal, pasajera. Abraham, descendencia; el pueblo en cautiverio, liberación; Israel en el desierto, leche que emana miel. Pero Jesús no trajo ese tipo de salvación. ¿Qué tipo de salvación esperamos nosotros? Los primero cristianos no entendieron a Jesús y por ello esperaban la segunda venida. Quizá porque no respondió con sus expectativas. Porque no vino con poder y gloria. Pero si Jesús les dijo que el reino de Dios ya está entre ustedes[3]. Que el reino es tan pequeño como una semilla de mostaza[4], como la levadura[5]. Que el reino depende sólo de la entrega total y no en la gloria y el poder por encima de los demás[6].

Ya pero todavía no.
Dios ya está con nosotros. Ya vino. Está entre nosotros. Sigue viniendo. No hay que esperar más. Pero todavía no departe de nosotros. La salvación no es sólo la responsabilidad de Dios. Nosotros somos parte en ese proyecto de amor que comúnmente llamamos salvación. Dios ya puso su parte. Debemos trabajar para que ese ya venga sea pronto una realidad. Por ello Jesús dice a sus discípulos “estén atentos” “Velad”.
No sigamos esperando que la salvación venga de afuera pues “el reino de Dios están entre nosotros” como nos lo dice Jesús en el Evangelio. Pero si estamos dormidos, sino despertamos seguiremos esperando. En nosotros esta la fuerza para hacer de este mundo otro. Otro mundo es posible si nos ponemos en una vigilancia activa. En nosotros vive la fuerza que puede transformar estructuras de muerte luchando contra el mal en todas las esferas. En la misma Iglesia y la religión, en la sociedad capitalista. Los cristianos estamos llamados a hacer posible ese otro mundo. Tenemos la voluntad para el bien y la capacidad para el mal. Debemos sacar a flote todo lo bueno de nuestra vida: amor, solidaridad, hospitalidad, lucha, entrega por la justicia, generosidad, apertura al otro, armonía, paz, simplicidad,…. Y dejar atrás nuestro falso yo que es: envidias, odios, discriminación, egoísmo, individualismo, soberbia, odio, venganza,...

Dios nos llama a todos poner fija la mirada y tener la vela encendida. Nuestra espera no debe ser pasiva. Nuestra espera por la salvación es y debe ser activa. En búsqueda cómo la mujer que ha perdido una moneda y no descansa hasta encontrarla[7]. Vamos pues a vivir este tiempo de adviento en una vigilancia esperanzada puesta la mirada en Dios y nuestras manos en el arado para cosechar la salvación.
                                                                                     Amílcar Valencia


[1] Patxi Loidi
[2] Fray Marcos
[3] Lc 17, 21
[4] Mt 13, 31
[5] Mt 13, 33
[6] Mt 11, 11
[7] Lc 15, 8-10