Proclamación de la Buena Nueva según san Marcos
33 "Estad
atentos y vigilad, porque ignoráis cuándo será el momento. 34 Al igual que un hombre que se ausenta: deja
su casa, da atribuciones a sus siervos, a cada uno su trabajo, y ordena al
portero que vele; 35 velad, por
tanto, ya que no sabéis cuándo viene el dueño de la casa, si al atardecer, o a
media noche, o al cantar del gallo, o de madrugada. 36 No sea que llegue de improviso y os encuentre
dormidos. 37 Lo que a vosotros digo,
a todos lo digo: ¡Velad!"
Palabra del Señor
Introducción
Ahora Iniciamos
un nuevo ciclo litúrgico. El domingo anterior leíamos la última de las
parábolas del Evangelio de Mateo y hoy uno de los últimos textos del evangelio
de Marcos. Sin embargo no hay ninguna ruptura en cuanto al mensaje del domingo
anterior en el cual leíamos Mt 25. Texto conocido como el juicio final. En
ambos evangelios hay una similitud en el contexto y el mensaje: “la última
venida de Cristo.”
El Contexto
El evangelio de
Marcos, el primero en escribirse (año 70 aprox.) nos presenta a Jesús en
grandes controversias, especialmente con las autoridades Judías, los fariseos y
sacerdotes. En los pasajes anteriores (Cap. 11-12) Jesús ha subido a Jerusalén
y ahí a tenido enfrentamientos con los judíos. Ahora en el capítulo 13 aparece
uno de los textos conocidos como apocalípticos
pues al parecer nos hablan del futuro. Jesús ha echado a los mercaderes del templo,
ha criticado a la religión por oprimir al pueblo pobre y matar a los profetas y
entre mezcla la destrucción el templo con el mensaje escatológico del fin de los tiempos.
Muchos pensaban
que el fin de los tiempos sería espantoso, de agua y fuego pero todo quedaría
pacificado por Dios estableciendo su Reino de justicia y de paz después de
eliminar a los malos[1].
Los primero cristianos pensaban de esta manera. La segunda venida era algo que
sucedería pronto. Era algo por lo que debían estar alerta “estar despiertos”
“estar en vela”. Pero lo cierto es que los evangelios no nos dicen ni la hora
ni el día. Sólo una llamada a estar vigilantes.
Estar vigilantes.
Comúnmente se
nos invita a confesarnos, a prepararnos sacramentalmente para esperar la venida
del señor “preparados”. Algunas Iglesias usan el miedo de la venida de Jesús
con la típica pregunta ¿A dónde irías si mueres hoy? todo con el afán de ganar
adeptos. El evangelio no nos invita a eso. Eso es para niños. Jesús no está
hablando con niños, está hablando con adultos. Él nos invita sumir compromisos
en la vida.
Los cristianos
debemos vivir en constante adviento no porque Dios está jugando al patrón que
llegará cuando se le antoje y nos hace esperar todo el tiempo que se le plazca.
Sino como espera activa. Dios ya vino o mejor dicho Dios es el que viene. El es
el que siempre está llegando. Mirar y vigilar serían las dos claves de este
texto. Necesitamos luz para ver. Necesitamos estar despiertos y afrontar la
vida con una actitud coherente[2].
La Salvación que esperamos
Los judíos
esperaban la salvación terrenal, pasajera. Abraham, descendencia; el pueblo en
cautiverio, liberación; Israel en el desierto, leche que emana miel. Pero Jesús
no trajo ese tipo de salvación. ¿Qué tipo de salvación esperamos nosotros? Los
primero cristianos no entendieron a Jesús y por ello esperaban la segunda
venida. Quizá porque no respondió con sus expectativas. Porque no vino con
poder y gloria. Pero si Jesús les dijo que el reino de Dios ya está entre
ustedes[3].
Que el reino es tan pequeño como una semilla de mostaza[4],
como la levadura[5].
Que el reino depende sólo de la entrega total y no en la gloria y el poder por
encima de los demás[6].
Ya pero todavía no.
Dios ya está con nosotros. Ya
vino. Está entre nosotros. Sigue viniendo. No hay que esperar más. Pero todavía
no departe de nosotros. La salvación
no es sólo la responsabilidad de Dios. Nosotros somos parte en ese proyecto de
amor que comúnmente llamamos salvación. Dios ya puso su parte. Debemos trabajar para que ese ya venga sea pronto una realidad. Por
ello Jesús dice a sus discípulos “estén atentos” “Velad”.
No sigamos
esperando que la salvación venga de afuera pues “el reino de Dios están entre
nosotros” como nos lo dice Jesús en el Evangelio. Pero si estamos dormidos,
sino despertamos seguiremos esperando. En nosotros esta la fuerza para hacer de
este mundo otro. Otro mundo es posible si nos ponemos en una vigilancia activa.
En nosotros vive la fuerza que puede transformar estructuras de muerte luchando
contra el mal en todas las esferas. En la misma Iglesia y la religión, en la
sociedad capitalista. Los cristianos estamos llamados a hacer posible ese otro
mundo. Tenemos la voluntad para el bien y la capacidad para el mal. Debemos
sacar a flote todo lo bueno de nuestra vida: amor, solidaridad, hospitalidad,
lucha, entrega por la justicia, generosidad, apertura al otro, armonía, paz,
simplicidad,…. Y dejar atrás nuestro falso yo que es: envidias, odios,
discriminación, egoísmo, individualismo, soberbia, odio, venganza,...
Dios nos llama a
todos poner fija la mirada y tener la vela encendida. Nuestra espera no debe
ser pasiva. Nuestra espera por la salvación es y debe ser activa. En búsqueda cómo
la mujer que ha perdido una moneda y no descansa hasta encontrarla[7].
Vamos pues a vivir este tiempo de adviento en una vigilancia esperanzada puesta
la mirada en Dios y nuestras manos en el arado para cosechar la salvación.
Amílcar
Valencia